Sintiéndose tan agraviada e indefensa, Isabella quiso llorar, pero no pudo.
Por otro lado, después de ser rechazado por "Cristina", Gonzalo ya no sabía cómo enfrentar a ella. Se quedó solo en el coche, pensando lo que ocurrió.
Aunque todavía se podía oler el perfume que hacía que estimulaba la hormona de la gente, lo que más extrañaba era la fragancia corporal de "Cristina".
Gustavo no sabía cuánto tiempo había estado en el coche. Cuando le llamó Juan, se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo allí.
––Señor, he escuchado que señorita, que acaba de regresar de Corea, reservó un billete de avión para volver ahí al oír que esta noche usted va a visitarla —dijo Juan.
«¿Por qué Cristina ha decidido regresar a Corea?¿Tiene algo urgente que hacer? ¡Es mi culpa! Si no la hiciera sentirse incómoda, quedaría aquí. Eso debe ser una excusa de hundirse de mí.»
––¡Como quiera! ––Gonzalo sonrió con amargura.
Gonzalo sintió que actuó como una fiera. No debería ocupar su cuerpo de forma tan grosera sin que consintiera.
Gonzalo se arrepintió durante mucho tiempo, sin darse cuenta de que había algo mal con el perfume.
Mientras que Abril seguía seduciendo locamente a Gustavo, aunque sabía que estaba casado.
––Gusti, te necesito. Eres el único hombre de mi vida, y no me importa que te hayas casado ––Abril expresó directamente todas sus opiniones.
Cenó Gustavo en la casa de esta mujer.
Abril se tiró involuntariamente la sopa en la ropa, y luego se levantó, diciendo que tenía que irse a la habitación para cambiarse de ropa. Cuando salió, se vistió con un camisón de tirantes que era delgado y transparente.
Mirando a Abril, Gustavo tragó.
––¿Recuerdas la primera vez? ––preguntó Abril con voz dulce, que se acercó a Gustavo, sostuvo su mano y puso encima de sus tetas.
Gustavo se quedó atónito por un momento, debido a que las palabras de esta mujer sedujeron todos sus recuerdos.
«La primera vez…» Sí, fue en las vacaciones de verano después de graduarse de la escuela secundaria en las que se follaron por primera vez en un hotel cerca de la casa de Abril, lo cual era algo similar a la imagen actual.
Fue la idea de Abril. En aquel momento Abril también llevaba un camisón transporte y salió del baño paso a paso.
Lo diferente era que la chica de 18 años no se maquilló, así que se veía pura y simple.
Gustavo, que también tenía dieciocho años aquel año, solo la besó suavemente, la acarició y no le hizo nada fuera de los límites.
Se podía decir que Abril, es la ilustradora de sexo de Gustavo.
También fue la primera vez que entendió que el cuerpo de una chica podía ser tan suave y hermoso.
Mientras ayudaba a Gustavo a recordar el pasado, Abril tomó su mano y la puso sobre su cuerpo.
––Dijiste que yo era hermosa ––continuó con voz dulce.
Gustavo parpadeó, como si estuviera pensaba algo.
––Bésame ––sentada encima las piernas de Gustavo, Abril tomó su mejilla con una mano.
Ante esta mujer que parecía a una rosa roja que tuviera una fragancia agradable, Gustavo se quedó en silencio.
Mientras que Abril tomó su mano y lo miró fijamente, esperando su respuesta.
En este momento, sonó el móvil de Gustavo. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y frunció el ceño al saber que fue una llamada de su esposa.
––Cariño, soy yo ––empezó Isabella con voz débil.
Las cejas de Gustavo estaban aún más apretadas,
––¿Y?
—He menstruado. Me duelo mucho el estómago ––Isabella cayó a la puerta del baño, tapándose el abdomen.
En casa no había medicina, ya que se olvidó comprarle alguna. El dolor causado por la dismenorrea resultó tan fuerte que casi le quitaría la vida.
No quería molestar a su esposo, pero realmente no le quedó ningún remedio.
––¡Volveré de inmediato! ––colgó Gustavo, y se levantó inmediatamente.
Pero Abril agarró la mano de Gustavo, mirándole los ojos.
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