—¡Hola!
A pesar de que ya era medio de la noche, Gustavo igual contestó.
—Hola, le llamamos desde la comisaria. ¿Es usted el novio de la Señorita Secada? —habló una persona en tono serio.
Gustavo respondió sin dudarlo:
—¡No! ¡Se equivocó de número!
—¡Lamento haberle molestado!
Cuando la otra parte acababa de terminar de hablar se escuchaba un sollozo impotente de una mujer por el auricular.
—¡Él de verdad es mi novio! Gusti, ¿podrías llevarme a casa, por favor? —dijo Abril mientras lloraba.
Gustavo perdió todo el sueño en un instante, pero aun así colgó el teléfono sin dudar.
«Como está en la comisaria, entonces no tiene peligro, además tiene un hermano quien la pueda cuidar.»
Pensaba en esto, peor Gustavo ya no podía volver a dormirse.
Cuando quería levantarse del sofá y ponerse los zapatos, sin darse cuenta vio a Isabella acostada en la cama, entonces vaciló un momento y volvió a ponerse los pies en el sofá para acostarse nuevamente.
Ahora ya tenía a Isabella y ya no podría preocuparse de Abril de ninguna manera. Así es, ya tenía a Isabella...
Gustavo cerró los ojos mientras se enfatizaba las mismas palabras. «¡Ya tengo a Isabella!»
Tal vez, cuando dos personas llevaban mucho tiempo juntos, se generarían telepatía mutuamente, Isabella de repente abrió los ojos y puso sus manos medio cerradas sobre su pecho, y le llamó suavemente:
—Gustavo...
—¿Eh? —Gustavo se quedó confundido, luego respondió de inmediato— ¿Todavía no has dormido?
—Yo... —Isabella vaciló, hizo una pausa y luego continuó— ¿Puedo dormir contigo? ¡
Gustavo se rio,
—¡Tontita, por supuesto que sí!
Mientras hablaba, se levantó de nuevo en el sofá, se puso los zapatos y caminó hacia la cama.
Isabella pudo sentir que había un movimiento detrás de ella, e inmediatamente se dio la vuelta, mirando a Gustavo con ojos grandes. Había expectación de él en sus ojos.
Gustavo subió a la cama y se acostó suavemente al lado de Isabella.
Isabella se metió inconscientemente a los brazos de Gustavo, y antes de que él la abrazara, ella ya había cogido su cintura.
Tenía el aroma favorito del gel que ella le compró. Sin saber por qué, ella estaba un poco codiciosa por el calor de sus brazos, quería esconderse ahí a dormir para siempre.
Poco después, Isabella se quedó dormida profundamente.
Pero Gustavo aún no podía dormir y en este momento su teléfono vibró de nuevo en el sofá. Esta vez, no se levantó para contestar, sino que dejó que el teléfono sonara.
El teléfono vibraba durante mucho tiempo y Gustavo también se luchaba en sí mismo por mucho rato. Después de que el teléfono se calmó, abrazó a Isabella con cariño, bajó la cabeza para besar su frente y cerró lentamente los ojos.
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