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La ex esposa curvy del CEO romance Capítulo 2

Un porno en vivo fue lo que presenciaron los ojos de Alisson cuando la puerta se abrió. Una mujer cabalgaba la polla de su esposo con tanta fuerza y agite que Alisson se quedó pasmada sin saber cómo reaccionar. Sus tetas rebotaban en la cara de Christopher mientras él la sostenía por las caderas: fuerte, posesivo, y los gemidos y gruñidos masculinos taladrarón los oídos de la pelirroja aumentando el dolor que comenzaba a crecer en su pecho.

Parpadeó varias veces, incrédula por la imagen de la mujer que estaba follando con su marido; era Aniela, su mejor amiga y a quien consideraba como su hermana. Algo amargo subió por su estómago, mientras los ojos se le llenaban de agua. Sostuvo la prueba de embarazo entre sus dedos y con una voz quebrada preguntó:

—¿Christopher qué es esto?

Langley no se apresuró en parar lo que estaba haciendo, con una calma que parecía planeada bajó la mujer de su regazo y miró en dirección a su esposa con ojos llenos de rencor y tal vez fastidio:

—¿Qué haces aquí? —preguntó comenzando a vestirse.

Los puños de Alisson se cerraron con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos y sus dientes rechinaron de la presión. ¿De verdad le estaba preguntando eso? ¿La estaba engañando con su mejor amiga y lo único que le importaba era qué hacía ahí? ¡Era un maldito imbécil! Uno que lamentablemente era el padre de su bebé y eso aumentaba su dolor diez veces más.

—¿Por qué me haces esto? —preguntó con un hilo de voz poco audible.

—Es obvio Alisson, ¿creíste que estaba enamorado de ti? ¡Por Dios mujer! Eres una mujer obesa, además de que siempre serás la sirvienta de nuestra familia, ¿qué esperabas? —Articuló él con desdén y Alisson sintió que su mundo se desvanecía.

Ella sabía porque se habían casado, pero jamás creyó que fuese indiferente para Christopher. El hombre la trataba con cordialidad. Además, de que cada vez que le hacía el amor sentía como sus manos la recorrían con deseo.

—Pero… Christopher, soy tu esposa —Exclamó como si eso fuese importante pará un hombre tan poderoso como él.

—Y así seguirá siendo pequeña, porqué no pienso dejarte ir al menos que se cumplan los tres años, eres el seguro de mi fortuna y así será siempre —Soltó él con una mueca en los labios mientras terminaba de abotonar su camisa.

—Y tú Aniela creí que eras mi amiga y resultaste ser una vulgar zorra, —Escupió Alisson con los ojos inyectados de ira.

Aniela levantó su mano y con una furia camuflada de dignidad, golpeó la mejilla de Alisson haciéndola tambalear.

«¿Qué voy a hacer?»

Se preguntó mentalmente mientras apartaba las lágrimas de su cara. Fue la única hija que tuvo su madre, a su padre jamás lo conoció y jamás había hecho otra cosa que trabajar para la familia Langley. Su carrera estaba sin terminar y ahora tenía a un hijo de ese hombre creciendo en su vientre.

—Tal vez ellos tienen razón, siempre seré una inútil sirvienta —Susurró antes de comenzar a caminar.

Había comenzando a llover, y el sol que hasta hace poco era luminoso y grande había desaparecido convirtiendo el paisaje en uno sobrio y triste como su corazón. Avanzó por las calles concurridas de Nueva York sin rumbo fijo. Las preguntas se paseaban por su mente y las lágrimas bajaban por sus mejillas de manera descontrolada, hasta que… Un dolor punzante llegó a su entrepierna de pronto. Llevó las manos ahí notando como una mancha de sangre se instaló entre sus dedos pálidos.

—Mi bebé, no puedo perderlo —Exclamó desesperada.

Una segunda punzada llegó, está vez aún más fuerte logrando que Alisson viera borroso para luego caer desmayada en el frío asfalto de la calle.

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