"Cariño, si él no puede apreciarte, entonces no te merece", dijo el doctor William Scott. "Me alegro de que hayas tomado esa decisión".
En el interior de la mansión de la familia Scott, William y Eleanor Scott abrazaron a su hija, quien estaba llorando.
"Mamá, papá… lo amaba. Cómo quisiera que no terminara así", Shantelle expresó, pero su madre la cortó antes de que pudiera terminar.
Eleanor dijo: "Pero lo más importante es que te quieras a ti misma".
Mientras Shantelle se apartaba de sus padres, su papá sugirió: "Es hora de ponerte a ti misma como prioridad, mi querida Shanty".
"Cuando te casaste con Evan, te perdiste a ti misma: tus sueños y aspiraciones. Sé que amabas a Evan, pero la vida es mucho más que ese chico". William levantó la barbilla de Shantelle y le dijo: "Te mereces algo mejor".
Si hubiera sido hace dos años, William habría querido a Evan como yerno, pero desde que Shantelle se casó con él, solo vio la tristeza en ella. En los primeros meses de matrimonio, su hija aún estaba eufórica por estar con Evan. Sin embargo, con el paso de los meses, se dio cuenta de que Shantelle ansiaba ser amada.
Últimamente, ella lloraba con más frecuencia. Había perdido mucho peso y no le interesaba nada más que seguir a Evan a todas partes. A William le dolía ver a su hija así.
A Shantelle nunca le había faltado el amor. Todos a su alrededor la querían. Que su hija se sintiera tan poco querida, que dudara de sí misma, era lo que más le dolía a William. Hacía tiempo que le estaba pidiendo a Shantelle que se divorciara, pero ella siempre insistía en que su matrimonio mejoraba día a día. Pero por supuesto, eso no era lo que él veía.
Ahora, finalmente, iban a separarse. A William no le importaba quién fuera el de la iniciativa. Lo que más le importaba era que su hija fuera libre para vivir su vida. Insistió: "Vámonos de esta ciudad. Mudémonos a un lugar donde puedas dedicarte a la medicina".
William sonrió y le sugirió: "Conviértete en cirujana como yo".
Desde la perspectiva de William, llevarse a Shantelle era la mejor solución. Su hija podía parecer ser fuerte en ese momento, decidida a separarse, pero él sabía bien que Evan era su debilidad. Ella podría volver fácilmente a sus brazos, y no era porque su hija no fuera fuerte. Ella estaba demasiado enamorada de Evan y eso le nublaba el juicio.
Shantelle suspiró y se quedó pensativa. Al cabo de un rato, respondió débilmente: "Está bien, papá. Estoy de acuerdo con tus planes".
"Me alegro", respondió William. "Entonces tu mamá y yo nos encargaremos de todo. Pondré la casa para la venta. No quiero que volvamos aquí, aunque eso signifique cortar mi amistad con los Thompson".
"Pero, papá. Entonces qué hay de... ¿tu trabajo?", Shantelle preguntó.
"Renunciaré a mi puesto de director en el Hospital Santo Dominique. Venderé mis acciones a la universidad. Puedo encontrar trabajo fácilmente en otra parte, ya que soy el mejor cardiocirujano del mundo", expresó William. "No te preocupes, cariño. Yo cuidaré de ti".
"Tengo una ciudad en mente: Warlington. Tienen el mejor centro de formación de cirujanos", reveló él. "Tan pronto encuentre una casa, nos iremos de Rose Hills".
…
Pasaron los días.
"Señor Thompson, Señor. Lo siento mucho, pero mi madre fue ingresada en el hospital a causa de una neumonía el otro día. ¿Podría permitirme revisar los documentos en el hospital?", preguntó James, el asistente de Evan. "Llevaré mi portátil conmigo".
"¿Te llevarás el portátil al hospital?". Evan se inclinó hacia atrás y suspiró. Por fin se dio cuenta por qué su asistente estaba tan agotado últimamente. Sacudió la cabeza y le dijo: "Tómate dos días libres y atiende a tu madre. Le pediré a Sherly que se encargue de tu trabajo. Descansa bien mientras tanto".
A James se le iluminaron los ojos. Agachó la cabeza rápidamente y dijo: "Gracias, Señor Thompson. Muchísimas gracias. Le daré a Sherly mi apoyo".
Evan apartó a su asistente con una mano y le dijo: "Vete. Cuida de tu madre".
"Sí, Señor. Dejó unos papeles en su mesa de noche", reveló la Señora Shaw.
Evan se olvidó de la cena. Fue directamente a la habitación y vio los papeles, exactamente como la Señora Shaw había dicho. Cuando se acercó, ya sabía que se trataba del acuerdo de divorcio.
Se sorprendió que Shantelle lo firmara, todavía más sin hacer un berrinche. Ella no fue a su oficina. No lo llamó ni le envió ningún mensaje en los últimos días. Evan tampoco recibió alguna llamada de su padre, lo que significaba que su familia todavía no se había enterado de su decisión de divorciarse de Shantelle.
Evan levantó el anillo de matrimonio bicolor, que era de Shantelle. Sin darse cuenta, observó el anillo en su dedo y murmuró: "Ella lo firmó. Lo firmó de verdad…".
Frunció el ceño. Evan pensó que se sentiría aliviado, pero, ¿por qué sentía que le pesaba el pecho? Estaba a punto de quitarse su anillo cuando descubrió otro papel que estaba doblado debajo del acuerdo de divorcio.
Lo levantó y se dio cuenta que era una carta dirigida a él. Lentamente, abrió el papel y lo leyó.
[Mi queridísimo Evan...].
El peso en el pecho de Evan se sentía asfixiante cada vez que leía otra línea de la carta. Shantelle relataba los años en que eran jóvenes. De algún modo, también le recordó a Evan lo unidos que eran entonces. Finalmente, sus ojos se posaron en las últimas palabras, que parecían haber sido escritas posteriormente. Decía:
[Por cierto, taché lo de la pensión y la refrendé. Como dije en mi mensaje, no tienes que darme dinero. Y, lo siento por enviarte el mensaje con la foto. Pensé que debías saberlo].
Enarcó una ceja y se preguntó: "¿Un mensaje? ¿Me mandó un mensaje?".
A Evan le pareció extraño, porque nunca recibió ni un solo mensaje de ella.
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