Capítulo 524
La figura de Sylvia se reflejó en los ojos de obsidiana de Odell. Él la estudió durante unos segundos antes de sugerir: "Hablemos afuera". "Está bien." Con Isabel y Liam durmiendo aquí, este no era un lugar ideal para discutir su divorcio. Fueron al balcón del dormitorio contiguo. Había una mesa y sillas en el balcón. Sobre la mesa se podían ver varias botellas de cerveza y una caja de cigarrillos.
Sylvia se sentó frente a Odell.
Cogió una botella de cerveza y le ofreció: "¿Te apetece un trago?".
Sylvia no era fanática del licor. Más importante aún, ella no estaba de humor para compartir una bebida con él, por lo que rechazó la oferta: "No bebo".
Sin decir nada, Odell tomó una botella de cerveza y la sirvió en un vaso. Luego, se recostó en su silla, tomó el vaso de cerveza y bebió alegre y casualmente.
Todo el tiempo, él no habló.
Sylvia no pudo soportarlo más y repitió la pregunta: "Odell, han pasado tres días, ¿te has decidido?"
Odell miró la mirada de impaciencia en su rostro y vio la expresión de determinación que mostraba cuánto deseaba el divorcio. Frunciendo los labios, dijo: “Envíame otra copia del acuerdo de divorcio. He estado ocupado estos días y no he tenido tiempo de leerlo”.
Sylvia respiró hondo y se tragó las ganas de regañarlo, antes de sacar su teléfono para enviarle otra copia. Muy lentamente, quizás incluso con gracia, Odell tomó su teléfono.
Sylvia observó atentamente sus movimientos. Lo vio abriendo perezosamente la aplicación de mensajes y se desplazó hasta su contacto. Algo que solo le habría tomado uno o dos segundos, ahora le llevó hasta diez segundos lograrlo.
Continuó dando sorbos a su bebida mientras leía.
Respiró hondo, cruzó los antebrazos y los apoyó sobre la mesa mientras se sentaba con la espalda recta mientras le dirigía una mirada penetrante.
Solo había tres páginas en el acuerdo de divorcio y no tenía más de dos mil palabras. La fuente era considerablemente grande, lo que también facilitaba la lectura. Se podía leer en dos minutos, pero incluso después de que habían pasado diez minutos, todavía lo estaba leyendo. Su paciencia estaba llegando a su límite, así que preguntó: "Odell, ¿ya lo terminaste?"
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