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LA FALSA ESPOSA DEL CEO romance Capítulo 4

Ethan salió de su despacho como alma que lleva el diablo, con unas inmensas ganas de huir, porque no podía quedarse en el mismo sitio donde estaba esa mujer, no quería ni siquiera respirar su mismo aire, no entendía cómo después de haber tenido la capacidad de enloquecerlo de amor e inspirar ternura como nunca antes lo hizo, todo se transformara en ese profundo odio, solo deseaba verla destruida.

Llegó a su despacho ubicado en las instalaciones del edificio de Beckham innovation Genius, de mal humor, bueno… un poco más de lo acostumbrado.

—¡Cancela todas mis citas de hoy y mañana! Necesito que me consigas una reunión con los congresistas de la Cámara de Representantes por el estado de Nueva York, y otra con el senador Andrew —ordenó con sequedad a su secretaria

Cómo vio a la mujer continuar parada frente a él, sin ir a cumplir sus instrucciones, se exasperó.

—¿Me estás escuchando o acaso tienes algún problema en cumplir mis órdenes? —gruñó con una expresión de amargura.

—Señor, con todo respeto… no entiendo la finalidad de la reunión —mencionó la mujer sintiéndose un poco cohibida.

Ethan la miró de forma despectiva, le molestaban dos tipos de personas, las lentas que no tenían capacidad de análisis y las metiches, y al parecer su secretaria estaba dentro de las dos categorías, se apretó el puente de la nariz con frustración, respiró profundo y le contestó con un marcado sarcasmo en su voz.

—Con todo respeto… quién debe conocer la finalidad de la reunión soy yo y te aseguro que lo tengo muy en claro. Ahora por favor, ¡Retírate!

Se echó hacia atrás en un gesto de cansancio, se aflojó la corbata con frustración, no pudo evitar recordar las bofetadas que le metió la mujer «Definitivamente, Madelaine Lawson, se volvió loca», pensó, «Con ese gesto firmó su sentencia de muerte».

Apartó todos esos pensamientos, y se puso a hacer su propuesta para el congreso, relacionada con el proyecto de Ley para regular las actividades espaciales y sobre los estímulos que recibirían las empresas dedicadas a ese rubro por parte del Estado, y cuya discusión se estaba desarrollando en el subcomité del senado Sobre Ciencia y Espacio.

A él le convenía impulsar ese proyecto y convertirlo en ley, porque por algo poseía una de las empresas aeroespaciales más grande del país.

Luego de una hora, mientras seguía concentrado en el trabajo, unos toques en la puerta llamaron su atención.

—¡Pase! —exclamó y enseguida entró la secretaria con una expresión angustiada—. ¿Por qué esa cara? ¡Hable de una vez!

—Señor, no pude conseguirle la cita con el senador porque al parecer tiene unos asuntos importantes que atender, sin embargo, Jericó Jarold, quien le lleva la agenda al senador y también es integrante de la Cámara de Representantes, lo atenderá en el despacho del senador… a las siete de la mañana —concluyó la mujer temerosa de su reacción.

—¡¿A las siete de la mañana?! Yo no tengo citas a esa hora… ¿Acaso se le olvidó que esa es mi hora de dormir? —espetó molesto.

—No señor, pero era a esa hora o simplemente, no podían reunirse con usted, además, los representantes de la cámara, Jason y Andrew, son todos familias —explicó nerviosa.

—¡Qué nepotismo! ¡Políticos sucios! —exclamó indignado.

—En este caso no aplica señor… ellos han sido elegidos por votación universal, libre y secreta… —el rostro de desagrado del hombre hizo encoger a la chica del temor.

—¡Largo! —cuando la mujer salió, lanzó un portapapeles que terminó haciéndose añicos al impactar contra la superficie de la puerta.

Unas horas después, estaba concentrado terminando de ajustar su propuesta cuando recibió una llamada de su casa, la cual atendió en el acto.

—¡¿Qué pasa?! —respondió de mal humor por haber sido interrumpido

—Señor Beckham, debe venir rápido ¡Es urgente! ¡Es su esposa, se volvió loca!—de inmediato la línea se cortó del otro lado, sin dar ninguna otra explicación, lo que causó una mezcla de molestia y temor en el hombre.

—¡¿Ahora qué Diablos hizo esa loca?! —exclamó tomando la llave del auto y caminando al ascensor privado, al mismo tiempo que pegaba gritos llamando a la secretaria.

*****

Blake estaba furibunda, no dejaba de maldecir a Ethan y a todas sus ascendientes y futuros descendientes.

—¡No señora! Por favor, no haga eso… no está bien —susurró el hombre casi sin aliento.

Blake, bordeaba la bragueta del hombre, evitando justo su zona íntima, pues su intención no era intimar con él, sino provocarlo. El hombre palideció, vio a la puerta, nervioso, segundos que aprovechó Blake, tomó la bandeja rápidamente y se la estrelló en la cabeza con fuerza haciéndolo desmayar.

Cuando cayó al suelo, tomó el arma de su cintura y salió corriendo de la habitación mirando a todos lados, cuando bajó las escaleras, vio a dos guardaespaldas que intentaron sacar el arma, pero ella les disparó cercano a los pies.

—Dejen las armas en el suelo y tírenla con el pie hacia mí o juro que el próximo tiro, irá a parar en sus rodillas —. Ante la amenaza de la chica, los hombres cumplieron sus instrucciones.

Colocaron las armas en el suelo y las lanzaron con los pies hacia ella, quien las recogió sin dejar de apuntarles, mientras la metía por la pretina de su pantalón.

Las mujeres de servicio intentaron salir y ella disparó al techo, provocando que un trozo se desprendiera.

—No estoy jugando, si se atreven a seguirme, no les irá bien. Denme la llave de un auto, todos se miraron unos a otros.

—No tenemos llaves, señora, debe pedírselas al chofer si lo encuentra fuera.

Volvió a disparar al suelo y ellos siguieron manteniendo su palabra de no tenerla, no le quedó otra alternativa, sino salir corriendo por la entrada principal, no había un solo auto, sintiéndose frustrada, comenzó a correr por la carretera, porque no tenía idea de las salidas y las entradas de esa propiedad y a pesar de tener más posibilidades de ser encontrada tomando esa vía, no tenía ninguna otra alternativa. Sintiendo la adrenalina corriendo por sus venas siguió corriendo con la pistola en las manos.

No supo cuánto tiempo corrió, mas cuando vio la verja próxima, la alegría surgió de manera renovada en su interior, como un impulso, solo estaba a pocos metros, por un momento su conciencia quiso avisarle que algo extraño estaba sucediendo, sin embargo, su deseo por escapar era tanto que no le hizo caso, cuando llegó a la entrada, justo cuando estaba abriendo la puerta, sintió ser apuntada en la cabeza y una voz que erizó todo su cuerpo.

—¡Quieta! ¡Ni se te ocurra moverte!

«Un guerrero de la luz que confía demasiado en su inteligencia acabará subestimando el poder de su oponente». Paulo Coelho.

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