La Fuga de su Esposa Prisionera romance Capítulo 1

Ciudad Orilla.

En un hospital psiquiátrico.

En el patio trasero, sucio y desordenado, Zulema Velasco estaba mirando fijamente unos huesos frente a un perro callejero, hacía tres días que no comía nada, y si seguía así, moriría de hambre, para sobrevivir, tuvo que arrebatarle la comida al perro.

Hacía dos años atrás, Roque Malavé la había abandonado allí, lo que más pensaba ella cada día era cómo seguir adelante, la familia Malavé era la más poderosa de Orilla, y Roque era el heredero, el hombre más influyente de la ciudad, su palabra era ley.

Zulema aún recordaba cómo él le había apretado el cuello con fuerza, con una mirada feroz le había dicho: "Voy a hacer que sufras toda tu vida, que pidas la muerte sin encontrarla. La deuda que tu familia tiene conmigo, tú la pagarás". Cuanto más sufría ella, más satisfecho se sentía.

Dos años antes, el padre de ese hombre temible, Justino Malavé, había sufrido un accidente de coche y había sido llevado al hospital en estado crítico, el médico de guardia era justamente Aitor Velasco, el padre de Zulema.

Durante la intervención, algo salió mal y Aitor había terminado usando la medicación equivocada, lo que provocó la muerte de Justino por pérdida de sangre. La policía intervino y determinó que Aitor era el principal responsable por un tratamiento indebido, siendo condenado a cadena perpetua. Edelmira, la madre de Zulema, sufrió un derrame cerebral al enterarse y quedó en estado vegetativo.

Y desde aquel día, comenzó el calvario de Zulema, ella no creía que su padre hubiera hecho algo así, pero nadie la escuchaba. Con una orden de Roque, la habían dejado en el hospital psiquiátrico como si fuera basura, y había prohibido que alguien siquiera se ocupara de ella. Desde entonces, su vida era peor que la de un perro, pero se juró a sí misma que sobreviviría. Su padre y su madre aún la esperaban, solo si seguía viva, había esperanza.

De repente, el sonido de una llave interrumpió sus pensamientos.

"Zulema, alguien ha venido a buscarte", le dijo Arturo Navarro, el director del hospital.

Zulema se quedó atónita ante las palabras: "¿Quién?".

Después de que su padre fuera a prisión, amigos y parientes la habían abandonado. ¿Quién podría haber ido a buscarla? No podía ser.

"Lo sabrás cuando lo veas".

Zulema nunca había pensado que podría salir de allí sin la aprobación de Roque. ¿Quién se atrevería a rescatarla? Con nerviosismo y expectativa, salió del hospital psiquiátrico. En ese momento, una furgoneta se detuvo frente a ella y antes de que pudiera ver quién era, varios hombres saltaron del vehículo y la cubrieron rápidamente con un saco negro.

"¡Auxilio...!", antes de que terminara la frase, un golpe fuerte en su cuello la dejó inconsciente.

Cuando despertó, se encontró atada en una cama grande de hotel, incapaz de moverse. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba? Recordando lo que había sucedido antes de desmayarse, tuvo un mal presentimiento.

En ese momento, un calvo y gordo viejo se frotaba las manos con emoción: "¡Qué pureza, me gusta!".

¡Estaba en problemas!

En ese momento Zulema entendió que había sido engañada por ese maldito de Arturo, nadie había ido a buscarla, la habían entregado a ese viejo.

"No te acerques...", le dijo Zulema entre dientes. "¡Aléjate!".

"Si me complaces, te trataré bien eh guapa". El viejo se lanzó sobre ella con una sonrisa malévola, ella retrocedió buscando una estrategia, rápidamente gritó: "¡Espera por favor!".

"¿Qué pasa?".

Zulema sonrió con coquetería: "No te apresures, vamos despacio. Primero suéltame, así podremos disfrutar más".

"Está bien. De todos modos, no podrás escapar".

En cuanto se desató la cuerda, Zulema le dio una patada al viejo en el lugar vital, seguido de un grito de dolor. Aprovechando la oportunidad, huyó rápidamente.

"¡Atrápenla!".

Los pasos de la persecución resonaban detrás de ella. Si la atrapaban, estaría perdida para siempre. En su pánico, vio una puerta entreabierta y sin pensarlo dos veces, entró y la cerró con llave y justo cuando estaba recuperando el aliento, notó unas manos fuertes y definidas en su cintura.

"¿...Mujer?". En el cuarto oscuro, la voz grave del hombre resonaba con un tono ronco.

Zulema sintió el calor de su cuerpo y preguntó alarmada: "¿Quién eres? ¿Qué quieres hacer?".

"Usarte para quitarme el efecto de la droga". El hombre terminó de hablar, la levantó en brazos y la arrojó en la cama.

Zulema no podía ver su rostro, pero percibió un ligero aroma familiar, esa voz, ese olor, ¿podría ser Roque? ¡No, era imposible que Roque apareciera allí!

"¡Suéltame, suéltame!", Zulema luchaba sin cesar, su voz se quebraba en llanto. "¡Por favor, no soy de esas mujeres!".

El hombre le prometió al oído: "Te voy a desposar", y sus labios silenciaron las palabras de Zulema.

Cuando casi amanecía, el hombre finalmente cayó en un sueño profundo; ella adolorida, había pensado que podría evitar el desastre, pero terminó perdiendo su inocencia. Su vida ya era bastante trágica, ¿cuándo le daría el cielo una tregua?

Aunque ese hombre era mil veces mejor que el viejo, y había prometido casarse con ella, era un error. Si aceptaba, arrastraría al hombre al infierno de Roque junto con ella, y no podía hacerlo, con ese pensamiento, secretamente, recogió su ropa y se fue del hotel en silencio.

Parada en la calle, se sentía perdida, podría haber aprovechado para escapar, pero sabía que Orilla era el territorio de Roque, vigilado férreamente por él. ¿A dónde podría huir?

Capítulo 1 1

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