Eloy quedó desconcertado: "¿Prestártelo?".
"Sí, después de todo, yo diseñé este anillo. Me gustaría estudiarlo un poco más, además es la primera vez que tengo contacto con joyería de alta gama a medida", Zulema sonrió. "¿Te parece?".
Eloy lo pensó un momento y accedió: "Claro que sí".
Zulema añadió: "Ah, y señor Baylón, para evitar problemas innecesarios, te agradecería que no le dijeras nada a Roque. No vaya a pensar que si tengo el anillo es porque tengo alguna mala intención".
"Entendido, le diré que aún no he recibido el anillo".
"Gracias, señor Baylón".
"No hay de qué", respondió Eloy. "Llévatelo, y cuando hayas terminado de examinarlo, me lo devuelves".
Zulema guardó con cuidado el anillo en su estuche, bromeando: "Tengo que cuidarlo bien, porque si se pierde no podría pagarlo".
Al salir de la oficina, Sania no pudo contenerse: "Zulema, ¿estás bien?".
"¿Eh?".
"¿Para qué quieres el anillo?", le preguntó Sania, señalándola. "Es algo de Reyna, ¿no te quema tenerlo?".
Zulema respondió: "Lo necesito para algo".
"¿En serio vas a estudiarlo?".
Zulema la atrajo hacia sí y, asegurándose de que nadie estuviera cerca, le susurró: "Sania, realmente necesito tu ayuda en esto".
"Dime".
Zulema, sosteniendo la caja de terciopelo dijo: "Reyna perdió a su bebé, y Roque quiere que me disculpe hasta que ella me perdone. Pero ahora, ella rechaza mis disculpas y dice que solo lo hará si también pierdo a mi bebé, ojo por ojo".
"¡Carajo, qué zorra tan manipuladora!".
"Para resolver esta crisis, solo hay una manera. Y es probar que su perdida no tiene nada que ver conmigo".
"¿Cómo lo probarás?", le preguntó Sania. "¿Tiene que ver con el anillo?".
Zulema bajó la mirada: "No hay pruebas en todo el asunto, es muy complicado. La única oportunidad es la propia Reyna. Así que...", se acercó al oído de Sania y le dijo en voz baja: "Acabo de revisar este anillo, es lo suficientemente grande como para esconder algo pequeño".
"¿Algo como qué?".
"Un micrófono oculto".
Los ojos de Sania se iluminaron: "¡Zulema, así que esta será tu jugada! ¡Eres muy astuta!".
"Por eso necesito el anillo, para instalarlo rápidamente en estos días", explicó Zulema. "Cuando Reyna reciba el anillo, seguramente lo usará para presumir, y si no, lo llevará consigo, entonces todo lo que diga será grabado por el micrófono, ¡y eso servirá como la mejor evidencia!". La desesperación podía sacar lo mejor de las personas, y Zulema ya estaba acorralada. Si Reyna seguía acosándola, tenía que encontrar una forma de protegerse y contraatacar. ¡Si Reyna no caía, ella nunca tendría paz!
Zulema abrió la caja de terciopelo, mirando el anillo brillante: "Si Reyna perdió a su bebé a propósito para incriminarme, seguro que en algún momento hablará de ello con alguien cercano".
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