La Fuga de su Esposa Prisionera romance Capítulo 113

Roque se acercó a ella con todo su cuerpo, la atrapó entre el asiento y su pecho, profundizando aquel beso repentino y arrebatador.

Zulema casi no podía respirar y, además, sintió una alarma interna. Si seguían así, ¡algo iba a suceder! Roque era un hombre, tenía instintos y deseos. Con ese pensamiento, ella lo mordió con fuerza, y él le devolvió el mordisco, y entonces los labios de ambos terminaron lastimados.

La mano de Roque se posó sobre los botones de su blusa, insinuando su intención de desabrocharlos.

"¡No!". Zulema colocó sus manos firmemente contra su pecho, obligándolo a levantarse.

La luz dentro del coche era tenue, todo alrededor estaba en calma, solo se oía la respiración pesada de Roque cerca de su oído.

"Roque, tú", Zulema tragó saliva. "¿Qué locura estás haciendo ahora?".

"¿No lo sientes?".

"Eh..."

Sus dedos se deslizaban por su barbilla: "Zulema, soy tu esposo. Puedo ejercer los derechos que me corresponden".

Ella entró en pánico: "¡Pero no te casaste conmigo de verdad!".

"Entonces, ¿qué vas a hacer si decido tocarte?".

"¡Puedes ir con Reyna!", exclamó Zulema. "Ella está más que dispuesta, te espera con los brazos abiertos".

Roque soltó una risa burlona: "Pero tú eres mi esposa, no ella".

"¿Ahora reconoces que soy tu esposa? ¿Alguna vez me has tratado igual o como tu verdadera esposa?".

Roque apoyó sus manos a los lados de ella y se elevó un poco. En la oscuridad, se miraron fijamente, viendo las emociones en los ojos del otro, en sus ojos de él había una profunda pasión, pero en los de ella había miedo, pánico y ansiedad.

"¿Así que deseas que no te quiera", la mirada de Roque se volvió fría de repente. "Zulema, ¿quieres mantener tu virtud por ese otro hombre?".

"No soy una mujer cualquiera, y mucho menos un juguete para satisfacer tus deseos carnales".

"Ja, ¿y tú quién crees que eres? Viniste a mí para redimirte".

Ella mordió su labio inferior: "Pero no es con mi cuerpo que tengo que pagar".

"El abuelo dijo", le recordó Roque. "Que si tienes un hijo de la familia Malavé, podría considerar perdonar a tu padre, ¿eso no te tienta ni un poco?".

Por supuesto, Zulema deseaba que su padre retornara a una vida normal: "Yo..."

"Tu vacilación demuestra que estás dispuesta a usar tu cuerpo para redimirte", le dijo Roque con sarcasmo. "¿Para qué fingir ser una mujer inmaculada?". Cada palabra de él era un golpe a su dignidad restante.

Zulema respondió: "Sí, quiero salvar a mi padre. Ya te lo había dicho, si tú quieres, después de tener este hijo, puedo darte más".

Roque la interrumpió con firmeza y frialdad: "No quiero el futuro, ¡lo quiero ahora!". Él era el favorito de los cielos, lo que deseaba, nunca se le había escapado de las manos, pero con ella, había tropezado demasiadas veces, ella era la enemiga de su familia, él la odiaba, la atormentaba, pero ¿por qué con ella era todo tan diferente?

Zulema lo miró atónita: "¿Ahora? ¿Me quieres ahora?".

¿Eran esas palabras una confesión? Sonaron tan llenas de ternura. Sin embargo, en el siguiente segundo, él se bajó rápidamente del coche, sin cerrar la puerta y se marchó a grandes pasos.

Zulema se enderezó, arregló rápidamente su ropa desordenada y observó cómo la figura de ese hombre se alejaba cada vez más. Por suerte solo había sido un susto. Si él hubiera insistido en tenerla allí en el coche, ¡no habría tenido forma de resistirse!

Capítulo 113 1

Capítulo 113 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Fuga de su Esposa Prisionera