Ella le dio un pisotón más, para rematar la faena. Después de completar esa serie de movimientos, Sania por fin sintió que había liberado su frustración.
"¡Mujer despiadada y brutal!". Eloy se quejaba mientras se tocaba el estómago y el pie: "¡Qué mano más pesada tienes!".
"¿Esto te parece brutal? Eloy, me parece que te has acostumbrado a que las mujeres te mimen demasiado, todas te consienten, te halagan, te tratan como a un rey".
Eloy replicó: "Bah, cualquier mujer que encuentres en la calle sería más dulce que tú".
"Así soy yo".
"¿No podrías cambiar un poco tu temperamento? Así evitarías problemas en el futuro".
Con las manos en la cintura, Sania contestó: "Al que le guste, le gustará todo de mí. ¿Crees que todos los hombres del mundo son unos desgraciados como tú y Roque?". Dicho eso, saltó al auto, pisó el acelerador y se fue, dejándolo envuelto en el humo del escape.
Eloy escupió varias veces y murmuró para sí mismo: "Sania, con esa actitud, ya veremos quién se casa contigo". Tras unos segundos, añadió: "¡Habría que estar jodidamente ciego para querer estar o casarse contigo!".
...
En Villa Aurora.
A pesar de ser la madrugada, la luz del estudio aún estaba encendida. La camisa de Roque estaba desabrochada y él se encontraba frente a la computadora.
"Sr. Malavé, su último informe médico ha llegado", en la pantalla, la cara del doctor William ocupaba más de la mitad. "La oligospermia está casi curada".
"¿Debo seguir tomando medicación?".
"No es necesario", le respondió William. "Ahora depende del metabolismo de tu cuerpo para eliminar completamente las toxinas. Si quiere acelerar el proceso, podría tomar medicación por medio mes más".
Roque asintió, dejar de tomar la "sopa medicinal" que Joana preparaba con tanto esmero naturalmente ayudaría a su recuperación. Sumado al excelente tratamiento médico de William, la cura estaba asegurada.
William estaba orgulloso: "Parece que mi nivel en medicina ha subido un escalón más".
Roque se frotó el entrecejo, pensando en cerrar la videollamada, cuando de repente recordó algo: "William".
"Dime".
"Con la situación actual, si estuviera con una mujer..."
William entendió al instante lo que quería decir y aseguró con confianza: "¡Sí! Definitivamente puede haber embarazo. Sr. Malavé, adelante con confianza, vaya y disfrute". Antes de que pudiera terminar, la videollamada fue cortada abruptamente.
Roque se reclinó en la silla y cerró los ojos, la mejor oportunidad que tuvo para deshacerse del hijo de Zulema, no la había aprovechado. Si volviera a considerar esa idea en el futuro, no sabía cómo reaccionaría ella. No quería que ella sufriera, eso le quitaría la gracia, era mejor mantenerla cerca, para divertirse un rato. Todo estaba patas arriba.
Roque regresó al dormitorio principal, donde Zulema estaba acostada en el suelo, ya dormida. Ella parecía tener un sueño pesado, podía dormir profundamente en cualquier lugar.
De repente se oyó un golpe en la puerta, Zulema se despertó sobresaltada y se frotó los ojos: "¿Quién es?".
Al ver a Roque al pie de la cama, instintivamente le dijo: "Ve a abrir la puerta".
"¿Me estás dando órdenes?". La voz grave y descontenta sonó, y el cerebro de Zulema se activó por completo, estaba tan dormida que había mandado a Roque.
De un salto, se puso de pie y se apresuró hacia la puerta.
"Señora", dijo el mayordomo. "Aquí tiene un vaso de leche caliente, recuerde tomarla antes de dormir, ayuda a relajarse".
Zulema no respondió.
Ya estaba dormida hacía rato, aquello era totalmente innecesario, casi absurdo.
"Gracias", pero aun así aceptó el vaso y lo dejó en la mesita de noche. "Roque, debe ser para ti, has estado en el estudio hasta ahora".
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