La maldición de Alfa romance Capítulo 2

Punto de vista de Sheila

––Yo estaba temblando fuertemente, mi miedo y confusión estaban impresas en mi rostro. Miré a los guerreros que me rodeaban, mis ojos llenos de terror encontrándose con los de mi pareja, pero su expresión de piedra me debilitaba aún más.

Por orden de Killian, fui agarrada bruscamente de ambos brazos por los guerreros. Mi mirada quebrada se negaba a apartarse de la de Killian.

––Qué significa esto ––Mi voz salió como un susurro, traicionando por completo mis emociones.

––Soy tu pareja ––Le recordé

–– las palabras salieron de mis labios y las vi desmoronarse ante la gélida mirada de Killian. Pero a él no parecía importarle.

––Esto te enseñará exactamente cómo comportarte en mi manada–– Me miró con ojos helados.

––Llévensela ––volvió a decir ––sus frías palabras me hirieron profundamente donde más me dolía, mientras él tenía los brazos alrededor de la otra mujer, su amante.

––Los guardias me arrastraron al castillo por los pasillos, y me arrojaron a un oscuro calabozo, y la puerta de madera se cerró de golpe detrás de mí. Caí en el duro y frío suelo con la oscuridad girando a mi alrededor. Paralizada en el lugar, aún no podía superar ese momento, la mirada atérida de mi pareja, su odio y su enfado hacia mí no podían ocultarse. No supe cuándo mis ojos se llenaron de lágrimas, y rodaron descuidadamente desde mis ojos.

¡Me odiaba!

¡Mi propia pareja me odiaba!

––Llevé mis manos a mi rostro, sollozando profusamente. La última vez que me sentí tan herida y rota, con lágrimas en los ojos, fue cuando tenía solo doce años y mi padre me torturó por hablar con los sirvientes. Me torturaron mucho peor que esto, pero aquello no me dolió tanto. Me acurruqué contra las frías paredes, llorando a mares en la oscuridad.

––No tenía idea de cuándo me quedé dormida en la oscuridad. Desperté al perturbador silencio que envolvía todo aquel calabozo. No tuve manera de saber cuánto tiempo había estado ahí abajo. Hacía frío, no pude descifrar en que cosa estaba sentada, pero me hacía daño.

––El suelo era duro y húmedo. El aire frío a mi alrededor me hacía temblar. Todo lo que podía hacer era esperar en la oscuridad, no sabía por cuanto tiempo mas.

En ese mismo momento, la gran puerta de madera hizo un fuerte chirrido, y un resplandor muy intenso iluminó el lugar. Tuve que levantar la mano para proteger mis ojos de la luz, y cuando me había adaptado al entorno, levanté la vista y vi a Killian.

Mi respiración se entrecortó, quedándose atrapada en mi garganta. Su figura alta y dominante se acercó a mí mientras forzaba mis piernas a ponerse de pie. El tenía una altura imponente, que me obligaba a levantar la mirada para verlo. Se abalanzó sobre mí con destellos de emociones crudas que reconocí como odio y repugnancia. Agarré la seda de mi vestido, luchando contra las ganas de llorar.

––Aclaremos una cosa, solo tengo una mujer en mi vida, y esa es Thea, y nadie más

Su voz era más brutal que el viento más grave del invierno y más afilada que cualquier espada en mi pecho

––No significas nada para mí, Sheila Callaso, absolutamente nada se aseguró de pronunciar cada palabra, que resonó en las paredes de mi cabeza, matándome.

––Tengo algunas reglas sobre cómo dirijo mi manada. Todos deben cumplirlas, y eso te incluye a ti, si cumples estas reglas, tu estancia en mi manada será soportable y cómoda. Su voz era tan profunda y suave, con un leve acento. Podría escucharla fácilmente todo el día, aunque suene tan fríamente despiadado.

No hablé. No podía confiar en mi propia voz para no traicionarme. En cambio, lo escuché, como una loba obediente.

––En primer lugar ––comenzó con sus reglas

––Hablarás solo cuando se te hable

––En segundo lugar, no se te permite salir de tu habitación sin mi permiso.

––En tercer lugar, solo se te permite entrar en mi oficina cuando se te llame y nunca se te permite entrar en mis aposentos nunca.

––En cuarto lugar, no se te permite salir del castillo sin mi permiso tampoco, y por último pero no menos importante, mantente alejada de Thea. Eso es una advertencia, Sheila.

–– Siseó con tanto odio que me estremecí por la intensidad.

––si desobedeces estas reglas, te ganarás un castigo insoportable. Concluyó sin ninguna emoción. Solo pude mirarlo incrédula ante sus palabras. Sin dudarlo, me dio la espalda y se dirigió hacia la puerta.

––pero, ¿por qué? ––me atreví a preguntarle, casi sin aliento, llena de dolor y con las lagrimas que chorreaban de mis ojos sin aliento

––¿Por qué, Killian? Soy tu pareja––le volví a repetir, pero no importaba cuánto pensara en ello, no podía pensar en una razón plausible por la que me despreciara tanto.

Killan se detuvo por un minuto y se volvió hacia mí y en un instante, nos encontramos frente a frente, posó una de sus manos sobre mí, pero no de la manera que hubiera querido. Su firme agarre apretó mi cuello, estrellando mi espalda contra la despiadada pared.

Capítulo 2 1

Capítulo 2 2

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