Me encuentro en la mansión y a pesar de que tiene apariencia de castillo yo siento como si estuviera en una prisión de máxima seguridad y mi carcelero es Diego.
Debo fingir todo el tiempo que estoy enamorada de él y eso me repugna.
—¿No venía Aarón? —Me pregunta Megan mientras jugamos a la comidita con sus muñecas
Negué con la cabeza —Aarón sé queda con su papá, pero muy pronto vendrá a jugar contigo.
—Diego dice que tendrán otro bebé y jugaré con él.
—Más adelante lo veremos nena.
—Yo te quiero Belly y no quiero dejar de jugar contigo.
Reí —Princesa yo te adoro ¿Pero por qué deberías dejar de jugar conmigo?
—Porque mami dice que eres una zorra y no quiere que me acerqué a ti. ¿Qué es zorra, Bell?.
Definitivamente, la pequeña de ocho años no tiene ningún filtro. Ella dice lo que piensa y lo que escucha.
—Un zorro es un animalito—Lance un suspiro —No te preocupes, podemos jugar cuando ella no nos vea, muñeca.
—¡Podemos jugar a las piratas!
—A lo que tú quieras, muñeca. ¿En dónde ocultas el tesoro?.
—En el escondite de Diego.
Fuimos interrumpidas cuando Carla se acercó a nosotras de inmediato me levanté de mi asiento y ella me lanza una mirada asesina.
—¡Ve a bañarte, Megan!
—¡Sí mami! —La pequeña me lanza una mirada antes de alejarse
—¡Sigues aquí!
—No quiero peleas. Ni siquiera te conozco y no quiero problemas contigo.
Me intenté alejar, pero ella tomó mi brazo.
—Desde el momento en el cual llegaste a esta mansión formaste un problema conmigo. No sé que quieres, pero no lo tendrás.
—Te molesta que te quite dinero o a Diego.
—No sé dé que hablas
—Él no tiene secretos para mí y créeme que si no hablo es por Megan. Te aconsejo no provocarme y más que una zorra puedo ser una perra cuando se meten conmigo.
—Amor —Fuimos interrumpidas cuando escuchamos la voz de Diego quien se acerca a nosotras y unió sus labios a los míos en un beso.
Mientras besaba a Diego observe que ella se alejaba sin dejar de mirarnos. Es evidente que sigue loquita por él.
—¿Qué hablabas con Carla?
—De ti y de lo celosa que esta de nosotros.
—No le prestes atención, no es nadie.
—Es la madre de tu única hija
—Nena, Carla es una zorra quien sabe quien es el padre de Megan.
—Ella es tu retrato
—Eso no significa nada. —Él toma mi cintura y me guía hacía una parte aún más alejada del jardín
Puedo observar que varios árboles adornan el paisaje. La vista se asemeja a un bosque y la oscuridad de la noche le da un toque tenebroso.
Él no deja de atacar mis labios como si la vida se le fuera en eso mientras intenta abrir mi blusa y exponiendo mis pechos porque no traigo brasier.
—Estás deliciosa—Me dice mientras me carga en brazos para colocarme en el suelo y posicionarse arriba mío.—¡Dime que eres mía! —Me exige mientras devora mi cuello con besos y mordidas
—¡Soy tuya Diego!
Mientras él termina de desnudarse y desnudarme a mí yo centre mi atención en un punto arriba de una rama lo cual estoy segura de que es una cámara.
Si Diego me trajo acá para acostarnos existe la posibilidad de que hayan cámaras ocultas y tal vez en nuestro cuarto porque a él le encanta filmarnos.
Debo encontrar esas imágenes porque podrían serme muy útiles.
—¡Mírame! —Me exige llevando sus manos a mi cabello
—Perdón amor —Uní mis labios a los suyos en un beso corto
Luego de unos minutos el frustrado se reincorporó y comenzó a vestirse sin dejar de mirarme echando fuego.
—¿Acaso crees que es mi culpa?
—¿De quién más? ¡Qué mierda me hiciste!
—¡Lo mismo que tú a mí!
—No entiendo
—Desde que estuve contigo la última vez no pude estar con nadie más y tú ahora no puedes estar conmigo. Es evidente que ocurre algo inexplicable entre nosotros.—Extendí mi mano hacía él y volví a lanzarlo al suelo—Nos pertenecemos en cuerpo y alma, somos almas gemelas, esa es la única explicación lógica que encuentro.
—Eso no tiene sentido, nunca me había pasado esto.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La obsesión del CEO mafioso.