La obsesión del CEO mafioso. romance Capítulo 128

Me encuentro desayunando o más bien estoy tomando un té mientras observó desayunar a mi familia.

Siento un inmenso asco al observar la forma en la cual desayuna mi marido como si no hubiera un mañana.

No entiendo como puedes comer de esa manera y Aarón es otro atrabancado para desayunar.

—Fer tú odias el cereal mi vida.

Él ríe —No sé que tiene este pero me fascina

Gracias al cielo que va muy seguido al gimnasio porque de lo contrario estaría rodando. Hace más de una semana que come lo que se encuentre y yo siento repulsión al verlo así.

Creo que incluso los cachorros mastican mejor que él.

Sé que dicen que después del matrimonio los hombres se descuidan y también las mujeres, pero ya es el colmo.

Luego de asegurarme que mis pequeños desayunen, estén vestidos y hayan cepillado sus dientes los adentre en la trafi para que los lleve al colegio.

—Me encanta— Expresa Vladímir mientras charlamos en mi oficina

—Muchas gracias trabajé mucho en ese proyecto

—Siempre te he dicho que eres una mujer muy talentosa y hermosa. —Aleje mi mano cuando él la tomo

—Bien ¿Cuándo podemos firmar?

—A mí me encanta, pero debo consultar con mis demás socios. Muy pronto te tendré una respuesta.

Asentí con la cabeza

—Bell ¿Has sabido algo de Tamara?

Negué con la cabeza—Es socia de la cabeza, pero hace unos cinco meses tuvimos un problema y desde ese momento tratamos con su abogado

—Ten mucho cuidado. Hace poco tiempo realicé una auditoría de una de mis compañías y descubrimos que ella me robo mucho dinero por ello interpuse una demanda en su contra por fraude y ya la policía la busca.

—No puedo decir que me sorprende, esa tipa es de lo peor. —Me levanté del asiento y en ese instante observé que todo me da vuelta.

Si no fuera porque Vladímir me atrapó habría caído al suelo y me hubiera dado un buen golpe.

—¿Estás bien?

—Solamente me duele un poco la cabeza

—Deberías ir al médico

—No es necesario yo sé lo que me ocurre. Estoy sometida a mucho estrés. Contigo puedo charlar como dos adultos, pero los otros inversionistas aún siguen creyendo que buscaré la forma de estafarlos sin mencionar a los empleados que no confían que una mujer maneje una empresa.

Él ríe —Así es esté mundo, pero yo confío mucho en ti. Te confiaría el manejo de mis empresas y mi propia vida.

Lo empuje cuando el intento unir sus labios a los míos.

—¡No te confundas! ¡Soy una mujer casada y profundamente enamorada de su esposo!.

—Es una pena, Belinda. Sigo pensando que haríamos una excelente pareja, pero al parecer llegué tarde.

—Si bastante tarde. Nuestro único trato es profesional y si no te parece estás a tiempo de buscar otra empresa.

Él ríe —Aunque lo dudes yo soy profesional. Nos vemos en dos días. —Es todo lo que dice antes de dejar un beso en mi mejilla y alejarse.

***

Me encuentro en frente a la maestra de mis hijos quien me pidió que viniera urgentemente, pero hace más de cinco minutos que permanece en un silencio absoluto.

—¡Puede decirme si le ocurrió algo malo a alguno de mis hijos! ¿Es Aarón verdad?

Ella niega con la cabeza —Aarón se encuentra perfectamente bien es un niño un poco inquieto, pero muy aplicado el asunto de mi llamada es Megan.

—¿Qué ocurre con ella?

—Primero que nada quisiera que me reitere porque usted y su esposo cuidan de ella.

—Su padre y su hermano mayor murieron y su madre se mudó fuera del país y no puede cuidar de ella por ello mi marido tiene su custodia y ambos la cuidamos.

—¿Cómo es la relación de su esposo y la pequeña?

—Es muy buena él la quiere y la cuida mucho

—¿Está segura? Si su esposo es violento con usted o los niños lo mejor para ustedes es hablarlo y denunciarlo, cuenta con todo nuestro apoyo.

—Mi esposo es el hombre más dulce y pasivo que conozco. Él ni siquiera les sube la voz para regañarlos yo soy quien les grita cuando no se comportan.

—No dudo de su palabra a veces el amor nos ciega y…

—¡Ese no es mi caso! ¡Me puede decir de una vez que le ocurre a Megan!

—La niña me confesó que su marido la maltrata física y verbalmente; y me temo que él la…

—¡No lo repita o no sabe de lo que soy capaz!

—Es mi deber interponer una denuncia

—¡Adelante hágalo, maestra!.

—Ya llamé al médico del colegio para qué la revisé.

Negué con la cabeza —Megan asiste con una pediatra y una psicóloga de mi confianza. Ahora quiero ver a mi hija.

Dentro de pocos minutos la pequeña se acercó al lugar y yo me agaché a su altura para darle un abrazo y dejar un beso en su mejilla.

—¿Mi pequeñita que ocurre?

Capítulo 128 1

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