Debo reconocer que estoy muy sorprendida, Diego suspendió la fiesta y le pidió a sus amigos que se marchen de casa.
Posteriormente, se duchó y nos pidió a nosotras que escojamos una película.
Megan eligió la película de Barbie y las doce princesas.
En este instante estamos en la sala de cine mirando la película. Diego tiene en sus brazos a Megan y yo estoy centrada en mi reloj.
Mi abuela siempre cumple su palabra, si ella me advirtió que si llegaba tarde me dejaría en la calle, estoy segura de que lo cumplirá.
Probablemente, colocó el candado en la puerta, no es la primera vez que lo hace.
Tengo dos opciones, pedirle a Diego que me permita dormir en el sofá o rezar para que Wendy no se haya ido a alguna fiesta y se encuentre en casa.
—¿No me darás helado? —Le pregunta él a la pequeña
—¡No! Llegaste tarde
—Pero estoy acá. Mejor tarde que nunca, princesa. —Él deja un beso en su frente —¿Estás bien Belinda? Te veo rara
—Estoy perfecta, señor
—Belinda quiero palomitas —Exclama Megan
Me gire hacía Megan y le entregue el tazón con palomitas, luego me incline reposando mi cabeza en el sofá y centrándome en la película.
En esta parte la princesa está charlando con el Zapatero, el cual es su enamorado.
—Barbie se parece a Mariana ¿Verdad Megan? —Diego la molesta porque sabe que la niña no tolera a su novia
—La bruja fea se parece a Mariana y grita igual.
No pude evitar reír por lo cual le me lanzó una mirada, pero dentro de pocos segundos compartió mi risa.
—La princesa se parece a Belinda —Comenta Megan
Negué con la cabeza —No mi amor, yo no tengo nada de rubia, ni de millonaria.
—Tú eres más hermosa —Diego me lanza una mirada
—¿Por qué no te casas con Belinda en lugar de Mariana, Diego?.
Reí —Creo que tienes mucha imaginación, Megan.
—Más bien creo que mi hermanita es muy inteligente, Belinda. ¿Bell y yo hacemos buena pareja verdad Megan?.
—Sí con ella no eres tan gruñón. Si Belinda se casa contigo se mudaría a la casa y puede jugar conmigo todos los días.
—No suena mal
Le lance una mirada asesina —¡No la confundas! —Me centre en la pequeña —Amor, tu hermano sé casará con la señorita Mariana, pero eso no impedirá que yo juegue contigo todas las veces que quieras e incluso puedes visitar mi casa.
Al terminar la película automáticamente Megan se durmió entre mis brazos. Ella juraba que miraríamos una maratón y se durmió luego de la primera película.
—No aguanta nada —Él deja un beso en su mejilla —Sí quieres la dejamos con una de las sirvientas y te llevo a casa.
—Sobre eso quería hablar contigo. No daré detalles, pero está noche no puedo regresar a mi casa por lo cual quería preguntarte si puedo quedarme acá.
—No lo sé.
—Puedo quedarme con Megan o en el sofá.
Él dibuja una sonrisa en su rostro —Claro que puedes quedarte, hermosa.
—Gracias, llevaré a Megan a su cuarto.
Caminé rumbo hacia la habitación de Megan y al llegar le quité la ropa y le coloqué el pijama. La pequeña ni se inmutó al parecer tiene el sueño muy pesado.
Quite los listones de mi cabello, me desmaquille y me quite los zapatos para acurrucarme en la cama de Megan.
La cama es gigante por lo cual entramos las dos a la perfección.
Apague la lámpara y comencé a cerrar los ojos intentando conciliar el sueño y olvidar todos los problemas que tengo.
El principal que perturba mi mente es Diego Valencia, quien ya me ha dado a entender que le gustó y lo que odio es que no me es indiferente.
Mi segundo problema es Fernando por quien también tengo sentimientos, pero ellos dos pasan a segundo plano porque lo que más me importa es mi hijo a quien debo recuperar cueste lo que cueste.
Me desperté abruptamente luego de dormir unas dos horas cuando sentí los pasos de alguien en la habitación.
—Hazte a un lado—Me pide la Voz de Diego
—Hazte a un lado—Me pide la Voz de Diego
Lance un bostezo —Me puedo ir a otro cuarto
—Los demás tienen cerrojo y los sirvientes no dejaron las llaves.
No tuve opción y moví me posicione en medio de la cama, él se recostó a mi lado y llevo su brazo debajo de mi cabeza, su brazo libre se acomodó en mi cintura.
Siento que mi cuerpo tiembla al tenerlo tan cerca pero debo disimular. Me ayuda mucho el saber que no puedo verlo debido a que las luces están bajas.
—Puedo dormir del otro lado
—No, despertarás a Megan. ¿Acaso me tienes miedo?
Negué con la cabeza
—Bien, buenas noches —Él deja un beso en mi mejilla
—Buenas noches—Deje caer mi cabeza en su hombro y cerré los ojos.
Sentí el tacto frío de su mano izquierda acariciando mi mejilla y mi cabello luego se deslizó en la curva de mi cuello hacia mi hombro, comenzando a jugar con la tira de mi camiseta.
Su pulgar se deslizó debajo de la tira de mi camiseta y la bajo a la altura de mi hombro.
Sentí un escalofrío cuando sentí sus labios en la curva de mi cuello dejando besos pequeños en mi fría piel, sus manos se deslizaron hacía mi cintura entrelazándose.
Mi cuerpo y el suyo están tan pegados que puedo sentir como crece su erección en la zona de mi trasero.
Poco a poco sus besos suaves se convierten en intensos e incluso muerde mi cuello ferozmente.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La obsesión del CEO mafioso.