Decidí regresar al trabajo con Diego porque de lo contrario nunca me dejará en paz.
De todas formas el señor Edward me dijo que su oferta de trabajo seguirá en pie.
Ha sido una semana muy tranquila, preparando el nuevo proyecto para el inversionista Ruso que vendrá este fin de semana.
No sé mucho de él, quién ha negociado es Fernando. Debido a que su área son los negocios internacionales.
Solamente sé que es un hombre de unos treinta y cinco años quien heredó una fortuna de parte de sus fallecidos padres y la triplicó, su nombre es Vladimir Nabokov.
Durante los últimos días me he sentido asechada. No sé por qué tengo la sensación de que alguien me persigue, creo que estoy paranoica.
En este instante me encuentro en la oficina con el señor Gruñón quien no me ha dejado de acosar en los últimos días. Le estoy enseñando las proyecciones del plan de negocios, él debe conocerlo a la perfección.
—Quiero que tú me acompañes con los nuevos socios
—¿Son dos personas?
Él asiente con la cabeza —También vendrá la mano derecha de Vladímir.
—Bien, pero yo no puedo estar ese día. Ya están todos los lugares ocupados.
—Tomarás el sitio de Ariel.
—Él ha trabajado mucho en este proyecto
—No es una pregunta, hermosa.
Lo empujó cuando él lleva su mano a mi pierna acariciando mi muslo y subiendo mi falda.
—¡Ya basta, Diego! ¡Lo que debería hacer es largarme!
—Aunque lo hagas te seguiría hasta el fin del mundo, Belinda. Me convertiría en tu sombra feliz de la vida.
—La señorita Mariana incluirá al señor Nabokov entre los invitados de su boda. Solamente faltan tres semanas te recuerdo.
—¡Esa maldita boda!
—No deberías casarte
Él me regala una sonrisa —Me estás pidiendo que la cancele
—Te estoy pidiendo que no seas egoísta. La señorita Mariana tendrá miles de defectos, pero te ama más que a su vida y tú no le correspondes, solamente la harás sufrir.
—Tienes una idea lo que haría mi padre, el suyo y mi tía Olga si canceló esa boda. Es mujer es capaz de hacer todo lo posible para quitarme la presidencia y sería capaz de destruirme.
—No entiendo porqué tienes esa obsesión de tener la presidencia. No te gustan las responsabilidades de manejar una empresa y sus empleados. Dinero te sobra y podrías trabajar en cualquier otro lugar.
—¡Dejársela a Fernando! ¡Nunca!
—Es absurda esa competencia entre ustedes.
—Durante toda la vida he escuchado a mi padre alardear de su sobrino favorito quien es el vivo retrato del abuelo Alexei. “Deberías ser tan responsable y centrado como tu primo” ¡Me fastidian sus frases! —Notó la furia en su mirada —Nisiquiera quería estudiar contabilidad, todo lo hice por él.
—Diego, no tienes por qué hacer algo que no te gusta.
Él lleva sus manos a mis mejillas —Solo tú me entiendes mi hermosa Belinda, solo mía —Él deja un beso en mi frente —Vámonos lejos, mi amor.
—¿Qué? ¿Irnos?—Pregunto confusa
—Dejo a Mariana y está estúpida empresa por ti. Sólo te necesito a ti mi Belinda.
—¡No estás pensando claramente!.
—Al contrario, por primera vez estoy pensando en lo que quiero. Tengo mucho dinero debido a la herencia de mi madre y algunos negocios que estoy realizando. Podríamos empezar una vida nueva, solos tú y yo.
—Diego, no…
Él lleva sus manos a mis labios —Solo reflexiónalo mi amor, yo podría darte una vida de reina.
—Tú y yo nunca funcionaríamos.Estás encaprichado conmigo porque no he accedido a acostarme contigo, pero pronto me olvidaras e irás por la siguiente.
—No es solamente físico, Belinda, ni un capricho. Aunque lo dudes yo te quiero y te necesito como nunca necesite a nadie. Te extraño cuando no estás conmigo, en las noches no dejo de pensar en ti y de imaginarte. —Él ríe frustrado —Desde el día que estuvimos juntos en mi casa no he logrado estar con otra mujer nisiquiera con Mariana porque solamente te deseo a ti.
Sé que está diciendo la verdad porque he sido testigo de sus rechazos a sus amantes quienes no dejan de buscarlo.
—Por ti podría ser diferente, podría ser una buena persona, un hombre de bien que te merezca. Solo dame una oportunidad, mi vida, déjame probarlo. —Él une sus labios a los míos en un beso
Estoy muy desconcertada por sus palabras
Diego me ha humillado y despreciado toda la vida y en este momento prácticamente me está declarando su amor y me está ofreciendo dejar todo por mí.
Francamente me tomó desprevenida
—¡Definitivamente no! —Exclame cuando me aleje
—Sé que no te soy indiferente, Belinda. Me doy cuenta de que te gustó y tú a mí me encantas.
—Diego tú eres como la Coca Cola.
Él ríe fuerte ante mi comentario, pero yo prosigo.
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