La obsesión del CEO mafioso. romance Capítulo 50

(Contenido fuerte)

No puedo creer la forma tan horrible en la que Fernando me ofendio. No tenía ningún derecho a hacerlo.

Divise la noche estrellada y me percaté de que comenzaron a reflejarse fuegos artificiales los cuales indican que ya es media noche.

—Feliz cumpleaños —Cuando levante la vista me percaté de que Diego está allí con Dos Copas con listones rosa azul en mano—Prepare esto para los tortolos ¿Dónde está Fernando?

—No sé ni me importa

—¿Por qué lloras Bell? Es tu cumpleaños, chiquita.

—Siempre me pasa lo mismo con él. —Tome la copa de Diego y la bebí rápidamente porque lo único que deseo es olvidar, él me acompañó bebiendo la Copa restante.

—Debías beber despacio, te hará daño.

—Ya nada me puede hacer daño.

Limpie mis lágrimas y me dirigí rumbo hacia la barra en busca de mi cartera perdida y mi amiga. Pero la segunda sigue bailando con Ariel y más que abrazados se están comiendo a besos mutuamente.

Quien también está bailando pegado a Tamara y otras dos mujeres es Fernando, el Rey del cinismo.

—Señorita no debería beber así —Me dice el mesero al percatarse que tome la botella de Tequila y bebí sin siquiera servirme en el tarro

—¡Belinda Ya! —Diego me la arrebata de las manos

—Es mi cumpleaños, Diego.

—Bien

Tome mi botellita y me aleje rumbo hacia el jardín en el cual el me llamo “Zorra” y continúe bebiendo durante unos minutos.

No soy una experta en la materia de bebida, pero me di cuenta de que estoy demasiado mareada para no haber llegado ni al cuarto de la botella.

Me levanté del asiento en el cual me encuentro pero nuevamente caí.

—Estás muy mal.

—No bebí tanto —Me percató de que veo a Dos Diegos —Se me estalla mi pobre cabecita, no es justo.

—Belinda no volveremos a vernos en mucho tiempo. Sé que es tu cumpleaños, pero yo quiero pedirte algo.

—Dígame jefe —Lleve mis manos a su cabello jugando con él

—Quiero un último beso

—Está bien te convertiré en príncipe —Uní mis labios a los suyos en un beso corto el cual él me siguió

Me percaté que Ariel y mi amiga se están acercando aunque estos dos parecen uno de lo pegado que están.

—Vayan a una habitación.

—Diego me prestas tu depa por hoy ¿Belinda se ve horrible? —Comenta Ariel

—La estaba llevando a su casa. Por favor no me hagas tío. —Le dice mientras le lanza las llaves

—¿Estás bien, Bell?—Pregunta mi amiga

—Perfecta —No logró dejar de reír

Les lancé un beso antes de que se alejen

—Te llevaré arriba así te recuestas.

Negué con la cabeza, pero antes de pestañear él me cargo en brazos como si yo fuera una especie de pluma.

Permití que él me cargará y cerré los ojos inhalando el aroma de su colonia en su hombro.

En menos de diez minutos llegamos a una especie de habitación y me percaté de que el cerro la puerta detrás de él.

El lugar es enorme y muy lujoso, es lo que a penas logró ver con mí nublada vista.

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