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La Revancha de Anna romance Capítulo 3

Ella miraba el reloj continuamente y movía la pierna sin cesar, no quería llegar tarde el primer día y mucho menos hacer quedar mal a Silvia.

_ Ay Fernando en buena hora se te ocurrió hablar! _espetó nerviosa.

El chófer viendo la actitud ansiosa de la joven, trató de calmarla.

_ Tranquila señorita! llegará a tiempo! Además._ la miró por el retrovisor._ con lo bonita que es, su jefe la perdonará. _ soltó su risa.

El desubicado comentario del hombre, merecía límite pero no quería discutir y que la dejara antes de llegar.

Se bajó del auto, muy apresurada tanto que ni siquiera quiso esperar el cambio, no podía gastar mucho dinero,pero le preocupaba más llegar el primer día a horario, pues de ese trabajo pronto dependería su subsistencia.

Iba con libros y algunos apuntes ya que después debia ir a la facultad, eran tantos que sus pequeños brazos casi no podían con todo, apresurada no vió al hombre que estaba entrando y lo chocó desparramando todo lo que llevaba por el sitio.

_ Oh, disculpe señor... no lo vi, lo siento tanto._ juntaba las cosas sin mirarlo._ es que creí que llegaba tarde.

Ella elevó su mirada al hombre que la miraba con cierto disgusto.

_ Deberías tener más cuidado la próxima vez! ._ la miró más detenidamente._ además que llegues un minuto tarde, no creo que sea causa de despido.. o tu jefe es un tirano?

Ella movió su cabeza negando.

_ Es mi primer día señor y debo presentarme con mi supervisora._ junto todo y se alistó para seguir._ si me permite, quisiera pasar y otra vez discúlpeme.

El hombre le abrió la puerta, permanecía serio, la vió caminar apurada y pensó que era joven y atolondrada, ella tomó su tarjeta de ingreso y siguió sin mirar atrás, el la siguió con la mirada y se acercó a la recepción cosa que habitualmente no hacía.

_ Rosario, quién es esa chica que acaba de entrar?._ preguntó intrigado.

_ Buenos días señor Ponce de León, es una nueva ayudante, estará a cargo de Silvia Rosales.

El miró hacia adelante pero la chica ya había desaparecido.

_ Como se llama?._ dijo cortante._ dímelo!

La mujer se apresuró a buscar en su computadora donde tenía agendada las entradas.

_ Se llama Anna Berardi.

El hombre se fue sin decir más nada subiendo por el ascensor hacia su oficina.

Sin saberlo, la chica se había tropezado con el dueño de el lugar o mejor dicho su jefe.

Alonso Ponce de León, era un exitoso abogado que manejaba el bufete más importante de la ciudad, sin contar que además manejaba la fortuna familiar.

Llegó a su oficina, e inmediatamente se puso a trabajar pero no había dejado de pensar en esa muchacha atolondrada, con unos impresionantes ojos grises que cautivaban a cualquiera que los mirara con detenimiento.

_ Es muy joven y muy bella... ._ dijo casi sin pensar._ dónde iría con tantos libros?

Llamó a su secretaria.

_ Patricia, ven por favor.

Ella se apresuró a ir, su jefe no era un hombre al que le gustara esperar.

_ Ubica por favor a Silvia Rosales que venga, quiero hablar con ella.

El hombre se levantó de su silla y fue hasta la ventana, le pidió que se sentara.

_ Tengo entendido que tomó a una secretaria nueva._ la miró de reojo._ usted la recomendó para el puesto.

Silvia se asombró, normalmente esas son cosas de las que el jefe de la compañía no está al tanto ya que para eso, existe el departamento de Recursos humanos.

_ si señor, así es.. yo la recomendé, pero pasó todas las entrevistas que debía pasar para obtener el puesto._ hizo esa salvedad, ante la duda de que le iba a decir el hombre.

El se dió vuelta y está vez sus ojos celestes se posaron en ella.

Era alto, muy elegante y daba la impresión de que se ejercitaba ya que el traje a medida delataba el armonioso cuerpo.

_ De donde usted la conoce como para recomendarla? ._ Era frío al momento de preguntar.

Silvia estaba estupefacta.

_ Bueno, yo señor.... ella es la hija de una gran amiga mía que falleció.... además._ tragó saliva._ ella estudia abogacía, es inteligente y a pesar de todo, lleva su carrera al día.

Alonso dió la vuelta a su escritorio y se volvió a sentar.

_ Quiero que me mande a esa chica, voy a entrevistarla personalmente._ dijo resuelto._ eso es todo, puede irse.

A Silvia le temblaban las piernas, ese hombre era tan intimidante.

_ si señor, ya mismo le digo a Anna que suba._ salió sin decir una palabra más.

Alonso ni siquiera la miró, el solo quería saber quién era esa chica impetuosa con la que se había tropezado en la entrada. Algo en ella le había llamado la atención.

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