En seguida, el bajo también del coche Pero su sonrisa no desapareció. Camine lo más parido que pude y me pare a unas esquinas. Él me alcanzo a unas cuadras. Me tomo del brazo, pero yo comencé hacer pucheros. Y rebeldía. Estaba endiablada. Por dios un ataque de celos justo en ese momento. Que se cree esa cosita llamada corazón.
_ ¡Katty!
Su voz ronca y profunda me saco de mis pucheros. Ya no sonreía y tampoco tenía, una mirada burlona. Es como si ya cambiara también de personalidad. Pero después de ver que no reaccionaba. Me giro con suavidad para poder explicarme. Sabía lo que tenía que hacer se está poniendo rudo.
_ ¡Lamento, si hable sin cuidado! ¡No voy a encontrarme con una mujer, lo juro!
_ ¿Con quién es?
_ ¡Es solo que la persona me pidió que me mantuviera el silencio!
_ ¿Jack?
_ ¡Por favor, es la verdad, y estamos en media calle!
_ ¿Quién, era?
Ante de que podía decir una palabra más, me jalo y me pego a su pecho, y un puchero de nuevo. Y él acarició mi cabeza. «Que mierda fue eso» Sorprendida por mi actuación frente a este hombre. Me lleva agarrado de la mano hasta el coche, las mujeres que pasaban lo llenaban de elogios. Confieso que Dios se pasó un poco con respeto a la belleza de este hombre y sus rasgos faciales, son intensos.
Subo al auto y Alejandro me mira, en el retrovisor.
¿_ Podemos marcharnos?
Jack asiente con la cabeza. Es ese mismo instante, empezó una llovizna, y perdí mis ojos en el cristal las lineras de agua que corrían de ellas. Deje que mi cabeza descansará un poco. Sin saber más me quede dormida. Pero, sentí ser movida, me sentía cómoda, aunque alguna parte me sentía en una piedra. Pero solo era un sueño.
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