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La venganza de la ex esposa romance Capítulo 29

Nuevamente estaba lloviendo. Bastián no se sentía de humor, de hecho, ese era ya el tercer día que empezaba la mañana con el pie izquierdo. Su padre le había llamado exigiéndole dejar de lado todo lo de su apretada agenda, pues era urgente lo que tenían que hablar.

Ya sabia de que iba todo aquello, su madre le había avisado de la visita que Rebekah le había hecho a su progenitor, junto al resto de la lista de quejas que la fastidiosa mujer le había dicho al implacable y estricto Myers. Realmente odiaba a su impuesta prometida, era tanto el desprecio que sentía hacia ella, que no soportaba ni tenerla cerca.

Bastián conducía su auto hacia la antigua mansión Myers, y mientras tanto recordaba cómo había empezado todo aquello.

Rebekah Lestrange era una rubia tonta, siempre lo había sido, cambiaba constantemente de color de cabello, de estilo de ropa, y, por supuesto, de novios. Era tonta, frívola, nada inteligente y en extremo caprichosa; siendo la hija menor de los Lestrange, había sido mimada en exceso, y todo lo que quería lo obtenía de una u otra manera.

Se conocieron en una reunión de la alta sociedad; él tenía solo dieciséis y ella rondaba los trece años. Había tropezado accidentalmente con ella en el evento, y desde ese preciso instante ella lo había seguido en todo momento. Lo bombardeaba con preguntas todas, quería saber todo de el y el solo quería alejarse de aquella niña tan molesta. Cuando ella supo que el único hijo de los Myers, su interés en él había aumentado considerablemente.

A partir de ese momento esa mujer no lo había dejado tranquilo, y cuando ella cumplido los dieciséis, había logrado convencer a sus padres de convertirla en su prometida. Su padre, el gran señor Myers, como buen líder de una familia prestigiosa, había visto numerosas ventajas en casar a su único hijo con la hija menor de los Lestrange. Él se había negado en cuanto su padre le hablo de ello, no quería tener nada que ver con aquella loca que lo acosaba tanto, pero él no le había dejado opción, ya estaba decidido, tendría que casarse con Rebekah Lestrange, aunque no quisiera hacerlo.

Había llegado a la mansión de sus padres, era el momento de aquella perorata matutina. Respirando hondo, Bastián salía de su auto, aquello no iba a resultar ser nada agradable o sencillo.

—Hijo querido, me alegra tanto tenerte aquí, tu padre te espera en su despacho, lamento que tengas que pasar por esto, y todo por culpa de esa niña caprichosa, perdóname por no poder hacer nada — dijo Beatrice, la madre de Bastián.

El castaño negó y luego besó la mano de su madre.

—Esto no es tu culpa mamá, no te preocupes, voy a estar bien, te lo prometo — aseguro Bastián.

Beatrice vio como su hijo caminaba hacia el despacho de su esposo, el estaba realmente enfurecido por todas las cosas que la hija de los Lestrange le había dicho. Era muy injusto que su hijo tuviese que pasar por todo eso.

Cuando Bastián entró en el despacho de su padre, lo miro al pie de la enorme ventana que daba hacia los jardines en los que el solía jugar cuando era un niño y la vida era mucho más sencilla.

—Bastián, al fin llegas, media hora tarde, como era de esperarse de ti — dijo el hombre sin mirar a su hijo, y con la voz cargada de severidad.

Bastián no se inmuto, ya conocía demasiado bien a ese hombre.

Acariciando la mano de su madre, Adalet daba una mirada hacia Dante que yacía dormido en el sofá de esa misma habitación. Tenia que hacerlo, tenia que deshacerse de todos los peligros, por Dante…por ella misma.

En su despacho, Enzo miraba los balances de Stone Corp. Todo parecía estar en aparente orden, sin embargo, tambien había notado algo que lo había alarmado considerablemente.

—Esto no es posible — se dijo así mismo.

De la antes abundante agenda de clientes de los Stone, apenas y si quedaba la mitad. Habían llegado grandes ingresos en las últimas semanas, sin embargo, esto no se debía a nuevas inversiones, si no, eran los pagos de multas que la mitad de los clientes habían depositado después de renunciar a los contratos ya establecidos.

Habían perdido a un poco más de la mitad de sus clientes, y no solo era eso, parecía que diariamente estos se estaban mudando a otro lado. Aquello era grave, pues significaba que más de la mitad de sus ingresos fijos se habían marchado. Había además múltiples quejas debido a los materiales que se estaban usando, demandas y demás cosas que muchos clientes habían interpuesto contra los Stone.

Tomando el teléfono, y en acto completamente impulsivo después de ver aquello, Enzo marcaba a aquellos que se habían atrevido a demandarlo para amenazarlos, de ninguna manera permitiría que la reputación de su familia se viese afectada, sin embargo, poco sabía de las consecuencias que le traería aquello.

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