Estas palabras hicieron que Lila se quedara atónita. Ella giró la cabeza para mirar a Umberto, sonriendo extrañamente.
—Decís que estoy loca. Sí, los médicos me dicen que tengo problemas mentales. La ley estipula que si tengo una enfermedad mental, no seré responsable penalmente ni castigada. Saldré de aquí pronto. ¡No os dejaré!
Albina se quedó estupefacta, mirando a Lila con una expresión seria.
En cambio, Umberto rio con frialdad y miró con ironía a Lila.
—Pero la ley también estipula que si eres un paciente mental intermitente y cometes un delito cuando estás en estado normal, debes ser sancionada penalmente y encarcelada.
Albina frunció el ceño, extendiendo las manos.
—Nada ha salido como deseabas.
Lila ya estaba aturdida y empezó a hablar con voz temblorosa después de mucho tiempo.
—No estaba en estado normal cuando te eché ácido sulfúrico, no pude controlarme en absoluto, así que no debería ir a prisión…
—Eso no depende de lo que dices, tenemos que esperar los resultados profesionales. Le pedí al responsable del supermercado que le envíe al policía la cámara de seguridad. Ahora deberían haber obtenido esos videos de vigilancia. Bueno, después de todo, el resultado final nos dirá si estabas enferma o no —Umberto dijo con mucha calma.
Los tres lo miraron sorprendidos.
—¿Cuándo lo pediste?
Estuvieron juntos y no se dieron cuenta cuándo lo hizo.
La indiferencia en el rostro de Umberto desapareció. Él miró con impotencia a las tres personas, especialmente a Albina.
—Le pedí a Rubén que lo hiciera por teléfono en el taxi. Estabáis hablando tan divertidamente que no os distéis cuenta de lo que estaba haciendo.
Al escuchar estas palabras, los tres le sonrieron al mismo tiempo y dijeron avergonzados.
—¡Gracias! Mereces ser el más inteligente entre nosotros.
Lila se puso nerviosa cuando notó que hablaban como si no hubiera nadie más alrededor.
Sabía que no estaba enferma en ese momento y que un paciente no podría seguir a otros con cuidado y hacer una serie de planes.
Mientras se vieran esos videos de vigilancia, se entendería que ella había tenido un plan premeditado.
—¡No, no! —murmuró Lila para sí misma, y de repente comenzó a gritar con una voz muy dura.
En este momento parecía que estaba enferma.
Cuando la policía notó que algo andaba mal, se apresuró a entrar, controló a Lila, le dio un tranquilizante y miró a las cuatro personas inocentes.
—¿Qué hicisteis?
Umberto lo miró con una expresión de perplejidad.
—No hice nada. Solo dije que cuando cometió el delito, no estaba enferma y era culpable de esto.
La policía se quedó atónita después de escuchar esto.
«¿Ella se enfermó sólo por eso?»
Cuando las emociones de Lila ya estaban bajo control, ella miró con fiereza a las personas a su lado.
Si fuera sentenciada, podría salir pronto. Mientras estuviera viva y capaz de actuar, no dejará ir a estas personas.
Hizo una pausa cuando sus ojos se movieron hacia Macos, y pronto se volvieron feroces nuevamente.
Si Macos no la aceptaba, estaba preparada para morir juntos.
Umberto notó sus ojos y la miró fríamente. Después de mucho tiempo, sonrió con una sonrisa sombría.
La policía no se dio cuenta de esto, así que él se acercó a Lila y le dijo en voz baja.
—Lila, me temo que lo olvidaste que no sólo soy el novio de Albina, sino también Umberto, el presidente de la familia de Santángel. Si sabes el poder de mi familia, ¿crees que te daré la oportunidad de salir? Cuando salgas, te enviaré a donde debes ir lo antes posible.
Miró con indiferencia a Lila, como si ella fuera una hormiga que era fácil de pellizcar hasta la muerte.
—Dado que tienes una enfermedad mental, quédate en el hospital psiquiátrico. No permitiré a nadie que amenace a Albina se quede a su lado.
Lila era como un pato pisoteado en su cuello, y respiraba con tanta dificutad que no podía decir ni una palabra, así que miraba a Umberto con los ojos aterrorizados.
«¡Esta era la verdadera cara de Umberto!»
Todos le tenían mucho miedo a Umberto, pero ella lo había visto varias veces y él no tenía poder frente a Albina, así que pensó que Umberto era débil.
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