La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 338

Umberto no pudo dejar de reírse de su embarazosa cara y dijo:

—Entonces cásate conmigo para que no te sientes mal.

Albina lo miró con enojo, pero como tenía las mejillas sonrojadas, se veía muy encantadora y no tenía ninguna fuerza de disuasión.

—Deja de decir tonterías y come rápido.

Albina cenó con mucha rapidez, Umberto sostuvo la bandeja y le preguntó con una sonrisa:

—¿Te gustaría bajar conmigo?

Tal como imaginaba, ella se negó firmemente, porque no quería ser ridiculizada ante los mayores.

Umberto estaba muy tranquilo, incluso cuando vio que su padre le dio un guiño mientras bajaba por las escaleras, igual permaneció indiferente y caminó con mucha firmeza.

Al verlo bajar tan rápido, la Señora Santángel le preguntó:

—¿Tan rápido comieron todo? ¿Quieres que la cocina prepare pasteles? A las chicas les encantan los postres.

Umberto negó con la cabeza.

—No es necesario, mamá, Albina ya quedó satisfecha.

La Señora Santángel vio que quedaba poca comida en la bandeja, así que no insistió más.

El padre de Umberto aprovechó para hablar con su hijo.

—Ahora que Miguel está recuperado tienes que empezar a preparar el compromiso con Albina, de lo contrario, si terminara embarazada no será bueno para ella.

Umberto escuchó sus palabras y dijo:

—Mejor esperemos a que Albina regrese de París que solo será en unos meses.

—Pero en el caso de que esto pase, ella estará muy ocupada. No sabes lo difícil que será para una mujer embarazada.

Cuando la Señora Santángel estaba embarazada, fue él quien la cuidaba todo el tiempo, así que sabía muy bien lo duro que era.

—Eso no pasará —dijo Umberto con seguridad, miró a su abuelo y continuó—, después de todo, aún tengo las diez cajas que me dio el abuelo.

El abuelo estaba bebiendo sopa cuando escuchó sus palabras y se atragantó.

Umberto se adelantó a palmear la espalda de su abuelo y susurró:

—Abuelo, te agradezco por haberme enviado esas diez cajas. Me sirvió bastante.

En un instante, el abuelo se arrepintió de lo que había hecho, si no fuera por eso, ya hubiera tenido unos bisnietos.

Cuando Umberto regresó a la habitación, Albina ya se había lavado y vuelto a dormir.

Umberto no quiso molestarla, así que después de lavarse se metió a la cama cuidadosamente, la tomó entre sus brazos y se durmió felizmente.

Al día siguiente, ambos se despertaron temprano.

Albina estaba recuperada después de una noche de descanso y Umberto, desde que podía abrazar a Albina para dormir, se curó por completo del insomnio y se despertaba de forma natural todos los días.

Los dos estaban llenos de energía, y después de lavarse, bajaron las escaleras y vieron el abuelo preparándose para salir a pasear.

Albina y Umberto se miraron, y caminaron hacia el abuelo.

—Abuelo, te acompañaremos a pasear y hacer los ejercicios.

El abuelo se puso muy contento al escuchar esas palabras, los hijos de los vecinos siempre estaban muy ocupados, y los únicos que tenían tiempo libre, eran aquellos jóvenes ricos de segunda generación que a menudo no regresaban a casa.

Estaría muy orgulloso y feliz de salir con su nieto y su futura esposa.

En el camino, recibió muchas miradas envidiosas.

También encontró al Señor Seco.

El Señor Seco estaba rodeado por gente que lo cuidaba, y parecía verse muy bien, pero comparado con Sergio Santángel, estaba un poco desolado.

Sergio Santángel aprovechó la oportunidad de lucirse y saludó de lejos al Señor Seco.

—Hola, Alfredo, ¿tus descendientes no están aquí para acompañarte a hacer ejercicios? Si mal no recuerdo, el pie de Jaime ya se recuperó, ¿verdad? ¿Y qué hay de tu otro nieto? ¿El joven de la familia Murillo tampoco vino a verte?

Al escuchar esto, el rostro del Señor Seco se volvió amarga.

—Eso no es de tu incumbencia.

Capítulo 338: Nieto no biológico 1

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