Cuando salieron, Santiago Barrios ya estaba borracho.
Umberto Santángel y Camilo Águila estaban despiertos. Vinieron en coche, por eso no bebieron mucho.
Santiago quería aliviar la pena con el alcohol. Bebía una y otra vez. Terminaron su reunión por su estado, él estaba completamente borracho.
Camilo lo sostenía, y lo veía murmurar. Lo golpeó suavemente por su malo aspecto.
—Nunca lo he visto así.
Los tres solían salir a beber y no bebían demasiado antes. Aunque a Santiago le gustaba fiesta, nunca terminaba así. Esta era su primera vez.
—Lo llevaré a casa.
Camilo quería irse cuando lo detuvo Umberto.
—Yo me encargo. Vive con Ariana Andino.
Camilo asintió con la cabeza. No conocía mucho a Ariana.
Lo ayudó a meter a Santiago en el coche de Umberto y le puso el cinturón de seguridad.
Pero de repente Santiago se despertó y quería salir del coche.
—¿Adónde vamos?
Santiago era tan fuerte que Camilo casi no logró detenerlo.
Umberto se acercó, y controló a Santiago en la silla con Camilo.
—A tu casa.
Santiago se tranquilizó y murmuró apretando los labios.
—Quiero ver a Ariana.
Camilo no sabía qué hacer al ver su aspecto tonto como si fuera un niño.
—Está en casa esperándote.
Santiago asintió con lágrimas en los ojos.
—Sí. Me está esperando en casa.
Al verlo quieto, Umberto entró en el coche y se puso el cinturón de seguridad. Quería despedirse de Camilo cuando Santiago gritó:
—¡Ariana!
Los dos se sorprendieron.
—¡Te quiero! —Santiago siguió— No hice amor con Natalia. Es un malentendido. No la quiero. Es a ti a la que quiero. ¡Te quiero!
Su voz era ronca y gritaba en voz alta. Varias miradas se posaron del coche por este ruido.
Umberto y Camilo notaron las miradas curiosas. Apretaron los dietes y aguantaron la ira.
Pero Santiago no se le dio cuenta y seguía gritando en su asiento.
Umberto no podía controlarse y apretó el volante.
—Cállate o te golpearé. Grita cuando regreses a casa.
—Ariana.
—¡Basta! Te llevaré a ver a Ariana.
Umberto no pensó que Santiago fuera tan molestoso cuando estaba borracho.
Camilo se rio y lo grabó con el móvil.
—Le enviaré este video mañana para que lo vea.
Santiago se tranquilizó cuando oyó las palabras de Umberto y se sentó silencionsamente en el asiento. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y las mejillas rojas por el alcohol. Se secó las lágrimas y se arregló con espejo.
Arreglado, no parecía borracho.
Camilo y Umberto se fijaron en él. No sabían qué quería.
Luego de un rato, Santiago indicó la tienda de fruta con el dedo.
—A comprar uva. A Ariana le gusta la uva.
Camilo apretó los dientes. Miró su expresión firme y inspiró profundamente.
—Realmente te debí algo en mi vida pasada.
Camilo fue a la tienda corriendo.
Umberto volvió a ver a Santiago. Él estaba deseredándose el pelo, tenía las mejillas rojas y sus ojos estaban llenos de emoción por ver a su amante. Sentía lástima.
—Si la quieres tanto, ¿por qué hiciste cosas así? Todo lo que hiciste rompieron sus principios. Si ella no te quisiera, ya te habría abandonado.
Los dedos de Santiago se detuvieron y mordió tan fuerte sus labios que casi sangraron.
Umberto estaba mirando afuera, y no se le dio cuenta lo que hizo Santiago. Si lo miraba cuidosamente, notaría que sus ojos eran claros y no estaba borracho.
Después de unos momentos, Camilo regresó con uvas y arrojó la bolsa a los brazos de Santiago.
Este la agarró, miró las uvas y cambió su expresión.
—No están frescas.
Camilo se enfadó y apretó el puño. Quería golpearlo.
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