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La venganza de un grande romance Capítulo 81

Cuando Penélope la vio, sus ojos se llenaron de emociones encontradas. No obstante, la saludó con calma:

—Lulú, ¡qué casualidad!

Lulú sacó un asiento y se sentó sin pedir permiso.

—Sí, ¡qué casualidad! ¿Y quién es él?

Penélope procedió a presentárselo:

—Es mi esposo, Nataniel Cruz.

Los examinó con la mirada y preguntó con aire despreocupado:

—Ah, ¿y a qué se dedica el Señor Cruz?

Él respondió con sinceridad:

—En este momento estoy desempleado.

Lulú se burló al escuchar la respuesta.

—Por eso no me extraña que estén aquí comiendo una comida tan barata.

Nataniel sonrió sin negar su afirmación. Penélope se mostró algo molesta y preguntó:

—Lulú, ¿no estás aquí para comer?

Esta pegó un grito exagerado.

—¿Comer? ¿Aquí? Por Dios, ¡nunca comería en un sitio de mala muerte como este!

Sus palabras atrajeron las miradas de los demás clientes alrededor. Nataniel y Penélope fruncieron el ceño. Entonces ella preguntó:

—Si no viniste a comer, ¿por qué estás aquí?

Lulú respondió con petulancia:

—Mi novio va a hacer una inversión en esta zona. Vino a echar un vistazo y lo acompañé. Por lo general, solo ceno en restaurantes Michelín. Nunca comería comida rápida y barata como esta.

Justo en ese momento, un hombre de mediana edad con un traje Armani se acercó, mientras miraba a Penélope con ojos brillantes.

—Parece que al Señor Solano le va bien en su carrera. Lulú encontró un buen hombre.

Humberto recorrió su cuerpo de arriba a abajo con una mirada sórdida y le dijo fingiendo modestia:

—No, no. Acabo de empezar mi negocio.

Su novia no tardó en intervenir.

—¡Humberto, a ti te va estupendo! Fuiste presidente de Diva Ltd. y has acumulado toda esa experiencia en gestión, así como millones en riqueza y bienes. Ahora te estás preparando para crear tu propia empresa, ¡y compraste un Mercedes carísimo! ¡Eso es ser una persona exitosa! —Se volvió y miró a Penélope—. ¿No estás de acuerdo, Penélope?

Ella asintió:

—¡Supongo!

Lulú estaba alardeando a propósito delante de ella para ver si podía hacerla sentir celos o resentimiento. Sin embargo, para su decepción, no había ni rastro de ello en su expresión. De repente, cambió el tema.

—¡Ah, verdad! Penélope, ¿no dijiste que tu esposo iba a buscar el auto? ¿Por qué tarda tanto? ¿Qué auto estará conduciendo? ¡No me digas que es una especie de furgoneta! Jaja, ¡debe ser! Si están comiendo en un lugar tan barato, no es posible que tengan un buen auto.

No había terminado su frase cuando un BMW M760Li xDrive se detuvo frente al restaurante. Se quedó estupefacta al ver a Nataniel salir de él.

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