La Virgen del Mafioso romance Capítulo 4

Parte 5...

Isabela

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Hija, algunas familias mafiosas tienen su propio código de conducta.... Y esto se aplica a todos los que forman parte de ella -hinchó el pecho, mirando hacia la alfombra — Yo sufrí cuando me casé con tu padre... Yo era virgen, pero no había pruebas de ello...

— Pero, ¿qué prueba? - Puse cara de fastidio — Sangrar, ¿es eso? - Solté una risita — Qué tontería - Me crucé de brazos.

— Tómate esto en serio, Isabella. Podrías tener un gran problema. Los mafiosos son machistas y exigen que sus mujeres sean puras.

Dios mío, no puedo creer que esté oyendo esto. Parece que mis miedos se están haciendo realidad. Esto es aún más ridículo que encarcelarme durante años detrás de muros para que nadie pudiera llegar a mí.

— No tengo forma de crear pruebas de tal cosa - Extiendo los brazos — No sucede por voluntad. El sabe que soy virgen... Había gente vigilándome todo el tiempo, nunca salí, excepto cuando me escapé hace poco.

— Pero esto no es sólo por él - ella me cogió de los brazos — Es por todos los que forman parte de la familia. Necesitan saber que estás intacta y que tus herederos serán sólo de Enzo.

Di un paso atrás. Aquella conversación me tenía preocupada. Una cosa más que no sabía. Me di la vuelta para marcharme. No puedo hacer que suceda, no puedo controlar mi cuerpo hasta ese punto. No puedes sólo pensarlo y sucederá.

Eso es genial. Otro miedo desbloqueado, gracias a mi madre.

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Enzo

A pesar de la locura cometida, Isabela parece estar aceptando bien cumplir con su parte en el acuerdo familiar. Y la verdad es que me está gustando. No puedo negar que me ha sorprendido en varios aspectos. Empezando por su audacia al escapar de mí y luego, por ser más bonita en persona.

Es curioso, pensaba que solo cumpliría con mi obligación, pero ahora estoy intrigado por esta chica que se ha convertido en mujer. No sé si hice lo correcto al permitir que tuviera una impresión equivocada de mí, nunca la visité ni llamé para saber cómo estaba.

En eso tiene razón al quejarse. Debería haber marcado mi presencia, pero solo me enfoqué en su protección. Ella entendió con la fuga lo que sucede cuando estás en la mira de un grupo mafioso. Y ni siquiera hizo nada malo, solo estaba en medio de los negocios entre facciones.

Son muy pocos los que tienen un mínimo de decencia en este medio para evitar lastimar a inocentes como ella. Isabela nunca estuvo involucrada en nada y aún así, se convirtió en un blanco.

Sí, fue bueno seguir el consejo de mi hermano. A estas alturas, ella estaría muerta y yo metido en una pelea que no sería nada interesante para la familia y los negocios.

— ¡Apartaos, idiotas!

Escuché la voz femenina gritando cerca de la entrada. Y ya sabía de quién se trataba. Reconozco ese tono arrogante de hablar. Solo podía ser Bianca. Era lo último que me faltaba ahora.

— Enzo... Enzo, mi amor... ¡Quiero hablar contigo! — la mujer gritaba a pleno pulmón — Sé que estás ahí con esa mosquita muerta...

— ¡Maldición! — Alessandro se rascó la nariz mirándome — Voy a resolverlo.

Estaba a punto de salir cuando la puerta se abrió de par en par y Bianca entró, siendo arrastrada por el brazo por uno de los guardias de seguridad. Él tenía permiso para tomar medidas, pero siempre esperaba una segunda orden antes de meter la pata. Hice un gesto con la mano y la soltó.

— ¡Mi amor, qué nostalgia! — ella se acercó a mí con los brazos abiertos y una sonrisa maliciosa en el rostro.

— Puedes detenerte ahí, Bianca — levanté la mano y hablé en tono grave — No deberías haber venido aquí, no fuiste invitada.

Ella se detuvo, haciendo una pose afectada, como si estuviera sorprendida, pero sé muy bien que incluso eso lo planeó.

— Enzo, tenía mucho tiempo sin verte, mi amor... — miró a los padres de Isabela — ¿Quiénes son estas personas? ¿Los padres de tu muñequita?

— Ten modales, chica — mi madre dijo con desprecio.

— Yo tengo modales — ella echó hacia atrás su cabello rubio platino — Solo vine a buscar lo que me pertenece.