I just wanna thank you for believing in me.
Reviso los documentos de las ganancias que ha generado Milton's Corporation en este mes. Los números son grandes y eso es bueno. Termino de imprimir el reporte y se lo llevo a su oficina como siempre. Camino a la oficina de mi jefe y golpeo ligeramente la puerta con mis nudillos.
—Adelante —su masculina voz me permite el acceso.
Giro la perilla, entro a su oficina y sin pensarlo lo saludo con una bella sonrisa.
—Hola.
— ¿En qué te puedo ayudar, nena?
— ¡Jaxon!, sabes que estamos en el trabajo —lo regaño por llamarme por mi apodo.
—Los empleados saben que estamos saliendo. No tienes por qué preocuparte.
—No te preocupa que los medios se enteren —pregunto, preocupada.
—No, ahora quiero que todo mundo se entere quien es mi novia —dice con orgullo.
Cada palabra que pronuncia me conmueve. Es tan lindo.
—Y yo quiero alejar a cualquier zorra de mi guapo novio —le sonrió con maldad.
—Dame un beso. No me has saludado —reclama.
Me acerco a él, pongo lo papeles sobre su escritorio y me siento sobre sus piernas, con toda libertad junto nuestros labios; introduzco mi lengua en su boca saboreando su sabor a menta. Sin aire dejo de besar labios, jalo de su labio inferior con mis dientes y me separo.
—Me encantas, nena —me nalguea haciendo un fuerte estruendo en la oficina — ¿Qué traes en ese folder?
—Traigo el informe de este mes.
Estira su mano para tomar los documentos, abre el folder y revisar las gráficas dibujadas sobre los papeles.
—Nos fue bien.
—Mejor de lo que se esperaba. Se logró la meta.
—Nena, me tengo que ir. Tengo que pensar en el otro proyecto —me da una palmada a mis piernas.
Me levanto de sus piernas y me acomodo la falda.
— ¿Iras con Jaime? —pregunto disgustada.
Sé que Jaime trabaja para Jaxon y que son amigos desde años, aun así, no me da gracia que estén solos. Sé que es su trabajo, pero me disgusta.
—Nena no te celes, sabes que es por trabajo. Además, no somos cercanos como antes por respeto a ti.
—Lo sé, pero no puedo confiar en ella. ¿Sabes que le gustas?
—Nena. Solo es trabajo, no tardare más dos horas.
— ¿Me lo prometes?
—Te lo prometo. Después de la junta tengo unas cosas que hacer, no te veré hasta la noche.
—Me tendré que ir sola —digo con drama para que cambie de opinión.
—Ve a tu casa, te veo allá.
—Entiendo —me rindo.
—En la noche saldremos, no te duermas, me esperas —avisa.
—Ok, te veo en la noche.
—Te vas en taxi. No quiero que te vayas en transporte público —sus manos me sujetan de la cintura.
—Lo haré.
—Y quiero que te pongas más hermosa, saldremos a comer.
—Entendido, jefe.
Lo beso por última vez y me despido; regreso a mi lugar de trabajo y continuo con el trabajo. En la tarde salí a comer con Zeth y después regresé a mi trabajo. A las seis de la tarde termina mi jornada, pido un taxi y le digo que me lleve a casa, le pago al taxista y entro a casa; lo primero que hago al entrar es bañarme y arreglarme para la cena con Jaxon.
En toda la tarde no me mando ningún mensaje y eso me preocupa un poco. En verdad no quiero pensar que haya pasado algo más con Jaime porque en verdad lo castro si me hace algo así de nuevo.
No quiero hacerme malas ideas y mejor voy a la regadera para relajarme. Al terminar de bañarme busco en mi ropero algo bonito, entre mis cosas encuentro un vestido blanco sin mangas, decido ponérmelo y de igual manera agarro las zapatillas que había usado en la última pasarela. Me maquillo, me arreglo el cabello y por último me pongo el vestido.
Termino de ponerme el labial pintando un poco mis labios de color carmín, por último, agarro mi bolso y salgo a la sala a esperar. Prendo la televisión para ver una película, solo pasan unos minutos y escucho como la puerta de mi casa es abierta. Giro para verlo, y ahí está, como todo un adonis con sus trajes épicos.
— ¿Demore mucho? —pregunta mientras arregla las mangas de su saco.
—Un poco, pero estoy lista.
Me levanto para que inspeccione mi atuendo y Jaxon no duda en escanear el hermoso vestido corto de seda pegado a mi cuerpo.
—Estas hermosa —me alaga.
Me acerco a él y beso sus labios en forma de agradecimiento ensuciado sus rosados labios con mi gloss.
—Vámonos, nena.
Agarro mi bolso, apago la televisión y las luces de la casa. Subimos a su deportivo y nos alejamos del lugar.
— ¿A dónde vamos? —pregunto, curiosa.
—Es sorpresa —es todo lo que dice.
La intriga me mata, parece que trama algo, pero opto por esperar para saber a dónde iremos. Tardamos unos minutos en llegar, se estaciona en frente de una gran reja. Al bajar puedo observar bien el lugar por fuera, es un lugar grande, parece un jardín.
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