El semblante de Licia cambió y exclamó sorprendida, -¿Papá? ¿Eres tú?
Miró a Delfino, -Delfino, es la llamada de papá.
-Ya -Delfino se sentó en el sofá frente a ella.
Licia creía que su hermano quería escuchar a su padre, por eso presionó el botón del altavoz.
La voz pánica de Horacio salió del teléfono, -Hija, me han secuestrado, quieren 30 millones, solo 30 millones para liberarme... Ayúdame...
Antes de que pudiera terminar la frase, alguien le quitó el teléfono. Se oyó una voz extraño y ronca de otra persona, obviamente los secuestradores habían utilizado un convertidor de voz, -Si no recibo 30 millones en 24 horas, ven a recoger el cadáver de tu padre. Recuerda, no llames a la policía.
Licia se apresuró a contestar, -Está bien, está bien, le daré 30 millones, pero no...
Sin poder terminar sus palabras, la otra parte colgó el teléfono.
-Es verdad que papá fue secuestrado. Si no fuera que he vuelto y he recibido la llamada, tampoco pensarías decírmelo ni rescataría a papá, ¿verdad?
Licia estaba irritada, -Delfino, no importa cuánto rencor le hayas guardado, ¡es nuestro padre! No puedes ser tan frío.
Ante la acusación de su hermana, Delfino no hizo ninguna reacción.
Miró a Licia, pero se dirigió a Xulio, -¿Has oído? Quiere 30 millones para salvar a su padre, ve a arreglar el asunto.
-Sí -respondió y salió de la casa.
-Delfino... Es que estaba demasiado preocupada por papá -Licia no esperaba que aceptara la condición tan fácilmente.
Delfino solo esbozó una sonrisa significativa y no dijo nada.
En ese momento, Fidelio entró en la casa con su mochila cargada en la espalda.
Fidelio estudiaba en un internado, una escuela militarizada, que ejercía normas estrictas. Los estudiantes tuvieron que entregar su teléfono móvil en la escuela. Por tanto, Fidelio solo se enteró de las noticias hasta que recuperó su móvil.
-¡Primo, prima! -les saludó al ver a Delfino y Licia.
-He visto en las noticias que han secuestrado al tío. ¡Y que has encontrado la señorita Rosa!
Al oír ese nombre desconocido, Licia giró la cabeza y preguntó a su hermano, -¿Quién es Rosa?
Delfino se puso de pie y miró a Fidelio con una expresión seria, -Ven conmigo, tengo algo que decirte.
-Primo, ¿qué pasa? -antes, Yadira salía en las noticias a menudo, por lo que Fidelio sentía que la mayoría de las cosas que aparecían en los periódicos eran falsas.
Delfino le mostró el resultado de examinación de Sonia, -Mira esto.
Fidelio lo cogió, vio el nombre “Sonia Dominguez” en el documento y se quedó aturdido por un momento.
Cuando terminó de leer, se quedó completamente callado.
Delfino no le consoló, solo le dijo en tono tranquilo, -La tía quiere mucho a su esposo. Su estado mental no está muy bueno últimamente, porque una criada descubrió que ella intentó suicidarse golpeándose contra la pared. Hemos dado cuenta de la gravedad del asunto y por eso decidimos enviarla al hospital.
Fidelio levantó la cabeza, preguntó con los ojos llenos de lágrimas, -¿Dónde está ella?
Delfino notó el puño apretado del chico.
Le contestó con calma, -No se encuentra muy bien emocionalmente. La han enviado al hospital y allí hay médicos profesionales. Creo que eso le va a ayudar. Cuando tengas libre, puedes ir a visitarla.
Era inusual que Delfino tuviera la paciencia de hablar tanto con alguien que no fuera Yadira.
Puesto que, para él, Fidelio era diferente que el resto de la familia de Dominguez.
Tal y como había dicho el señor Alejandro, Fidelio era un chico honesto y de buen corazón. Como Delfino lo cuidaba desde que era pequeño, no quería contarle todas las verdades tan crueles: la relación entre Sonia y Horacio y la muerte de Arturo. Mejor que esas realidades crueles sean unos secretos.
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