La niña le dio el teléfono obedientemente, -Toma, hermana.
Yadira lo recibió, lo colocó cerca de la oreja y habló, -Señor Delfino.
Después se dio cuenta de que ya reveló inconscientemente la verdad de que conocía su identidad.
El hombre no pareció sorprendido de que ella supiera su identidad y simplemente dijo, -Señorita, dígame la dirección y la recogeré de inmediato.
Tenía una voz muy serena con un tono imperativo, que hizo que la gente se rindiera inconscientemente.
Contestó Yadira, -Está bien.
Tan pronto como terminó las palabras, el hombre colgó el teléfono.
Estaba un poco asombrada, pensando en por qué este hombre no necesitaba despedirse de la niña y lo colgó tan directamente.
***
En el Grupo Dominguez.
El secretario entró a la oficina del presidente con muchos papeles y justamente vio que Delfino colgó el teléfono, se levantó y recogió su abrigo como si fuera a salir.
Se acercó apresuradamente y dijo con cuidado, -Señor, una reunión muy importante comenzará dentro de diez minutos.
-Pospone la reunión -salió sin siquiera mirarlo.
El presidente había dicho que iba a posponerla y naturalmente el secretario no tenía nada que decir.
Caminó junto con el señor hacia fuera y le preguntó, -¿Hasta cuándo?
-Hasta mi regreso -se detuvo y lo miró de reojo con las cejas ligeramente torcidas que representaban su impaciencia en este momento.
Ninguno de sus secretarios y asistentes encajaba con su agrado.
Con su mirada, el secretario inmediatamente se calló, sin atreverse a hacer ningún ruido.
Al verlo salir, el conductor lo siguió rápidamente.
Delfino le dijo con indiferencia, -No me sigas, conduzco yo mismo.
-Pero la señorita me dio la orden...
-¿Obedeces a ella o a mí? -cuando oyó esto, volvió la cabeza y lo miró entrecerrando los ojos-. ¿Obedeces a la otra con el salario que te doy?
Al ver que cambió de expresión, le explicó enseguida, -No, no es así, señor.
Delfino no tenía ninguna gana de escuchar sus tonterías en absoluto, entonces lo empujó hacia al lado y se subió al coche.
Mientras arrancó el auto, llamó a Licia.
Hacía poco en la llamada no preguntó a la que lo llamó de por qué estaba con la niña.
Incluso sin preguntarle, Delfino podía adivinar un poco de la verdad.
Tan pronto como se conectó, la voz insatisfecha de Licia sonó en el otro lado, -Delfino, estoy a punto de llamarte. Pronto va a comenzar la reunión. ¿Dónde estás?
Hacía tres años, después de que él se despertó, ella también fue a la empresa a trabajar.
Pero a esta hora, a Delfino no le importaba la reunión.
Era un famoso adicto al trabajo.
Pero entre el trabajo y su hija, sabía qué era más importante para él mismo.
Su voz se volvió muy fría, -Desde ahora en adelante, no dejes a Ximena entrar a la casa de familia Dominguez de nuevo. Te respeto, entonces ahora te lo digo primero. ¡Pero si vuelvo a verla en casa, no sientas pena de mi ira!
-Delfino, ¿de qué hablas? Te estoy preguntando dónde estás. Pronto empezará la... -no sabía por qué el hombre estaba tan furioso y de repente la llamó hablando de eso.
Él simplemente colgó el teléfono sin prestar atención a lo que dijo ella.
Después, notó que había una cola en camino y no podía llegar lo antes posible.
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