Noela acarició sus propios brazos y dijo:
-No me acostumbro en absoluto a la forma en que os tratáis el uno al otro: señor Delfino, señora Yadira.
Ella movió la cabeza.
-Incluso en las telenovelas no existe este tipo de argumento.
Yadira sonrió diciendo:
-Sin embargo, eso es normal, ya que ahora el señor Delfino y yo somos iguales que los desconocidos.
Noela se acordó de que Yadira había dicho que Delfino era muy listo y dijo:
-Delfino es tan inteligente que no parece ser un hombre.
Terminó de hablar Noela sin querer seguir conversando con Yadira sobre lo de Delfino, cambió del tema y dijo:
-Tengo unas fotos del pasado. Después, te las enviaré a ver si puedes recordar algo.
-¡Genial! -asintió con la cabeza Yadira-. ¡Gracias!
-¡No me des las gracias! Hace mucho tiempo nos conocimos y es normal que te ayude -contestó Noela agitando las llaves del auto en la mano.
-De verdad, ¿no necesitas que te lleve?
Yadira movió la cabeza y respondió:
-No. Sal primero.
Como Yadira no permitió que Noela le acompañara a casa, esta tuvo que irse primero.
Después de que Noela se marchó, Yadira tomó un taxi y se fue.
Al principio, Yadira quería volver directamente, sin embargo, como había un atasco en la carretera, el taxista cambió de ruta, por lo cual, ella iba a pasar por la Clínica Psicológica de Mariano Magrina.
Por lo tanto, bajó allí.
Tan pronto como ella entró, la recepcionista habló sonriendo:
-¡Buenas tardes! ¿Usted tiene cita?
-No. Vengo para buscar a alguien -terminó de decir Yadira y miró hacia adentro.
Fue su primera vez que llegó a la Clínica Psicológica de Mariano, cuya decoración era igual que la de la casa, la cual era muy acogedora y parecía bastante nueva.
La recepcionista se suspendió, pero en seguida preguntó con cortesía:
-¿Quién quería ver?
-Mariano -dijo Yadira.
Al oírla, la recepcionista cambió de mirada observando involuntariamente a Yadira.
-¿Busca al doctor Mariano? ¿Me podría decir cuál es su nombre por favor?
Aunque la recepcionista hablaba muy cortés, se podía sentir la indagación en sus palabras.
Antes, Mariano ya le había dicho a Yadira que su clínica era muy pequeña y que cuando ella estuviera libre, lo podía buscar.
Por el contrario, en ese momento, parecía que Mariano estaba muy ocupado y hacía falta hacer una cita para consultarle alguna enfermedad.
-Si está muy atareado, no pasa nada. No tengo nada urgente -contestó Yadira. Ella solo estaba de paso allí. Si Mariano se ocupaba, era mejor que se fuera.
Al escuchar lo que dijo Yadira, la recepcionista no dirigió ninguna palabra.
En aquel entonces, se escucharon unos pasos con unas voces.
Yadira se volvió y vio que Mariano salía fuera con otras dos personas.
A su lado, estaba una mujer de mediana edad con un adolescente.
Era probable que la madre hubiera llevado a su hijo para ver al psicólogo.
Mariano levantó la mirada, vio a Yadira y se quedó sorprendido. Luego, le dijo algo a la madre, mandó a su asistente que le acompañara a salir y se dirigió a grandes pasos hacia Yadira.
Se detuvo delante de ella diciendo preocupado:
-¿Por qué me buscas? ¿Te ha ocurrido algo?
Viendo la cara ansiosa de Mariano, la recepcionista se quedó atónita.
“¿Acaso el médico Mariano, joven y exitoso, no es soltero?” ella reflexionó.
Mariano rodeó el hombro de Yadira sin que ella dirigiera una palabra, diciendo:
-Vamos adentro.
Yadira no estaba acostumbrada a eso, así que, cuando entró en la oficina de Mariano, le quitó el brazo de su propio hombro.
A él no le importaba eso y le sirvió un vaso de agua tibia a Yadira.
-Gracias -dijo Yadira al recibir el vaso-. De hecho, solo te veo de paso.
Mariano le preguntó fingiendo que no le importaba lo que había hecho Yadira:
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