Yadira miró las fotos una y otra vez.
De repente, se le ocurrió una idea y levantó la cabeza para verlo a Mariano.
-Mariano, si eres un psicólogo, indiscutiblemente tienes un profundo estudio en la psicología, ¿verdad?
Cuando él escuchó las dudas académicas, se puso muy serio.
-Cada cual es especialista en algún área, pero para las personas con barreras psicológicas, normalmente solo podemos servirles de guía, es decir, exclusivamente contamos con la función auxiliar y finalmente los enfermos tienen que apoyarse en sí mismos.
Mariano llamó al camarero para que le agregara un poco de agua en el vaso y luego dijo:
-¿Por qué repentinamente me hiciste esa pregunta?
Después de pensarlo, Yadira respondió:
-Sabes que he ido al hospital para hacer exámenes. El médico me dijo que mi cuerpo se mejoraba muy bien, sin embargo, no había ninguna señal de que iba a recuperar la memoria. Si eres un psicólogo, ¿tienes algún remedio?
Al escuchar las palabras de Yadira, se quedó pensativo.
Yadira lo miró expectante.
Sería genial que Mariano le pudiera ayudar a recordar lo pasado.
Después de un buen rato, Mariano le dio una respuesta conservadora:
-Perdiste la memoria por daño cerebral, lo cual no se relaciona mucho con la psicología, no obstante, podemos intentar usar una manera psicológica para recuperarla aunque no estoy seguro de que eso funcionará.
Yadira se sintió muy alegre y dijo:
-¡Genial!
Aun cuando existiera poca esperanza, ella querría probar.
-A comer -habló Mariano sonriendo.
***
Cuando los dos terminaron de comer y salieron del restaurante, estaba lloviendo.
La ciudad Mar se abundaba en lluvia y a principios de otoño, llover se convirtió en algo habitual.
Si bien no era una lluvia torrencial, el cielo gris hacía que la gente se sintiera deprimida.
Yadira y Mariano solo se mojaron un poco de cabello cuando regresaron al coche.
Mientras Mariano conducía el auto, hablaba con Yadira de manera intermitente.
En el día de lluvias, todos los coches se manejaron lentamente.
En el viraje, Mariano pisó el freno, pero descubrió que el carro no desaceleró, en cambio, aceleró.
No importaba qué tan fuerte pisara él el freno, este no funcionó y el coche no consiguió pararse.
Mariano cambió de cara. Al mismo tiempo que tocaba la bocina, él gritó:
-¡Falló el freno del auto! Yadira, ¡sal por la puerta!
Yadira también notó que el freno no estaba bueno y el coche estaba fuera de control. Además, otros conductores se dieron cuenta de la anormalidad de ese carro, por eso evitaron acercarlo.
Yadira tiró el cinturón de seguridad y dijo:
-¡Vámonos juntos!
Al escuchar lo que dijo Yadira, en vez de estar conmovido, se hizo furioso y gritó,:
-¡Vete! ¡Yo te salvé la vida, por eso tienes que estar sana y salva!
Como la situación era urgente, Yadira no tuvo tiempo para reflexionar sobre sus palabras, se decidió a abrir la puerta y saltó en el momento adecuado. A causa de usar unas estrategias al hacerlo, aunque tuvo moretones en el cuerpo, no estuvo mal herida.
Yadira se levantó rápidamente del suelo y al echar un vistazo a Mariano, descubrió que el coche ya había golpeado la barandilla de la carrera. Luego, ella corrió hacia Mariano.
Yadira se apoyó en la ventana del auto llamando su nombre:
-Mariano, ¿cómo estás?
Mariano estaba sentado en el asiento del conductor con la cabeza llena de sangre y sus ojos se quedaban perdidos como si pudiera desmayarse en cualquier momento.
Sin embargo, Mariano se esforzó a mirar a Yadira y luego cayó en coma.
Yadira sacó nerviosa su celular para llamar a una ambulancia, pero una persona amable a su lado le dijo:
-No te apresures. Ya te ayudé a llamar a una ambulancia.
Yadira le contestó amargamente:
-¡Gracias!
Había un hospital cerca de donde estaba, por lo cual la ambulancia llegó muy rápido.
***
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