Raquel se arrojó a los brazos de Delfino, con una mano rodeando su cuello y la otra dirigiéndose hacia el comedor. Le dijo con ojos brillantes, -Papá, vamos a cenar.
Yadira nunca había pensado que Delfino podría venir a la casa de Noela para buscarla, pero se aseguró de que él tenía un propósito.
Viendo que Raquel estaba tan contenta, Yadira supo que no era conveniente preguntar a Delfino en este momento.
Cuando ella estaba a punto de hablar, Noela, que acababa de notar a Delfino, se adelantó a saludarle, -Jefe, ¡cuánto tiempo!
Noela no había visto a Delfino desde la última vez de encontrarse en Club Dorado, por lo que estaba curiosa por lo ocurrido durante estos días.
-¡Cómo te quedas a la puerta! ¡Pasa! -cuando acabó de hablar, Noela dio un empujón a Yadira, que estaba a su lado.
Yadira reaccionó y levantó su cabeza hacia Delfino, -Pasa.
Xulio también dijo a Delfino en voz baja, -Señor Delfino, vamos.
Pensando un rato con ceño fruncido, Delfino entró por la puerta.
Raquel se separó del abrazo de Delfino, lo llevó hasta la mesa del comedor y intentó ponerle una silla, -Papá, Siéntate y come.
Sin embargo, la silla era muy grande y pesada para Raquel, por lo que solo podía moverla un poco aunque le había costado mucho.
Al ver su cara enrojecida y su comisura fruncida, A Delfino le pareció que su hija era tan amable.
Antes, Xulio le dijo que Raquel era muy amable, pero Delfino no lo creyó porque en su opinión eran subjetivas sus palabras.
Hasta este momento, Delfino aceptó mucho lo dicho de Xulio.
Viendo a Raquel estando tan atenta, abandonó la idea de ayudarle.
Yadira llevaba observando desde el principio y los había visto todos sus reacciones.
¿Cómo tenía tantos males gustos este hombre?
Yadira se acercó a Raquel y le separó de la silla, -Raquel, ya bien.
Alzando sus ojos hacia Yadira, Raquel parecía un poco perpleja. Luego, tomó la mano de Delfino y palmeó la silla para indicarle tomar asiento.
Al ver esto, Delfino lo hizo.
Teniendo miedo de Delfino, Noela se sentó más lejos de él.
Como la mesa no era muy grande, después de que se sentaron Xulio y Noela, los únicos asientos que quedaban eran los cerca de Delfino.
Yadira tomó uno y dejó a Raquel entre ellos dos.
Solo llevaba dos días sin ver a su padre, pero como una niña, Raquel sintió que había pasado mucho tiempo.
Por eso, Raquel mostró mucho entusiasmo.
Cuando Yadira le dio un trozo de carne a Raquel, la cual se lo puso en el cuenco de Delfino con sus palillos pegados de arroz y le dijo sonriendo, -Papá, prueba esto.
En realidad, Delfino tenía un poco de misofobia.
Era fácil notar esto, aunque no parecía muy perceptible cuando estaban juntos él y Yadira.
Viendo la carne pegada de arroz y los ojos brillantes de Raquel, Delfino frunció el ceño.
Sintiendo que el ambiente no era bueno, Yadira iba a decir algo, pero vio que Delfino tiró el arroz y se comió la carne con la cara rígida. Parecía que era una acción insoportable.
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