Yadira se sintió muy preocupada y ansiosa.
Mariano era un hombre bastante discreto, así que fue increíble que la colgara a Yadira y que el teléfono se desconectara.
Eso fue anormal.
Yadira sospechó de verdad que a Mariano le había ocurrido algo malo.
Aun cuando ella no supo de dónde había venido Mariano, desde que lo conocía, él nunca le había hecho daño, sino que le había ayudado bastante.
Por consiguiente, de todos modos, si le había pasado algo malo a Mariano, Yadira no iba a quedarse con los brazos cruzados.
Además, Mariano no tuvo más amigos en la ciudad Mar excepto ella.
Cuando Yadira salió del comedor, ella notó que Raquel estaba pintando algo de nuevo en su cuaderno de dibujos, acostada en el sofá.
Yadira se le acercó y se puso de cuclillas ante el sofá y dijo, -Cariño, sube para dormirte, ¿vale?
-Estoy pintando manzanas y todavía no terminé... -contestó Raquel. Estaba haciendo dibujos con gran interés, por eso sin duda, no le apetecía acostarse.
-Puedes volver al cuarto para pintar y la criada te va a acompañar -respondió Yadira. La criada que mencionó cuidaba la vida diaria de Raquel.
Al escuchar las palabras de Yadira, Raquel preguntó, -¿También vas a subir conmigo?
-Puedo sostenerte para regresar a la habitación, pero después tengo otras cosas que hacer y no te puedo acompañar a crear dibujos -explicó Yadira.
-Vale -respondió triste Raquel. Sin embargo, se levantó y tendió los brazos a Yadira y quiso que la abrazara.
Era posible que Raquel se acostumbrara al estado de Yadira a causa de que Delfino salía temprano y regresaba tarde todos los días y siempre trabajaba afuera.
Aunque ella se puso un poco descontenta, no le creó problemas a Yadira.
Yadira la llevó al cuarto y dijo a la criada que la cuidara bien. Luego, se volvió y se fue.
Cuando pasó por la puerta del estudio de Delfino, se detuvo.
“Ahora voy a la casa de Mariano para revisar si él está bien. ¿Se lo contó a Delfino o no? Aun cuando no se lo digo, sin duda se informará de eso después y es imposible no buscar a Mariano.” Yadira pensó durante un buen rato. Después abrió la puerta y entró.
Delfino se sentaba detrás del escritorio y fijaba la mirada en la plataforma de la computadora frente a él mientras escribía con el teclado sin cesar.
Tal vez escuchara que Yadira había entrado, por eso se pudo notar obviamente que su mano paró por unos segundos.
En cambio, cuando Yadira se aproximó, él no solo no levantó la cabeza, sino que tampoco parpadeó.
Yadira comprendió que él no le hizo caso a propósito.
Cuando este hombre estaba enfadado, siempre actuaba así.
A Yadira no le importó que la ignorara y solo dijo, -Voy a salir para lidiar con un asunto.
Al escuchar las palabras de Yadira, las manos de Delfino se paralizaron, pero después de unos segundos, siguió tocando el teclado.
-No mandes a nadie que me siga. Bueno, te digo directamente que voy a buscar a Mariano.
Apenas ella terminó de hablar, Delfino levantó de repente la cabeza y le contestó con la mirada fría, -Yadira, ¿piensas realmente que no te voy a hacer nada?
Yadira estaba tan furiosa que le preguntó, -¿Piensas que todo lo que haces es correcto y me veo obligada a obedecerte?
La mirada de Delfino pareció horrible como si le golpeara a Yadira el próximo segundo.
No obstante, afortunadamente Yadira se enteró de que Delfino no apaleaba a las mujeres.
Incluso, cuando torturaba a Perla Jimenez en aquel entonces, solo había ordenado que ésta se golpeara a sí misma.
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