Matrimonio de primera romance Capítulo 674

Cuando Yadira llegó a la sala de reunión, ya estaban todos allí. Al entrar, Yadira se sentó directo al lado de Fatima.

Como el proyecto de la Ciudad Abandonada 2 fue patrocinado y aprobado por el propio presidente del Grupo Dominguez, entonces terminó con menos tiempo de lo previsto la firma del contrato. No hizo casi nada Yadira sino sentada silenciosa escuchando y mirando.

«Si la firma no tiene mucho que ver conmigo, ¿por qué me tienen que detener aquí? ¿Es una broma de Delfino?»

Suspiró Yadira mientras la ira se le apareció en su rostro.

«Pero no es él un hombre tan aburrido que se divertirá con este juego. ¿Es por Ximena? Pero no puede ser. Si me deja de amar, Delfino no gastará tiempo en mí, además, no es necesario que lo haga él mismo para molestarme si tiene a Ximena en el proyecto como la actriz.»

—Yadira, ¿en qué estás pensando? —preguntó Fatima.

Hasta entonces Yadira se dio cuenta de que todos ya se habían marchado de la sala.

—Oh, perdón, estaba distraída. Vámonos.

—¿En qué estabas pensando? —preguntó curiosa Fatima con los ojos fijos en el rostro inocente de Yadira.

—Nada.

De repente escucharon los ruidos por parte del corredor cuando doblaron la esquina. Notaron que todos salieron de sus oficinas, corriendo.

—Parecen sonidos de las alarmas de humo —murmuró Fatima.

En este momento, todos empezaron a correr gritando:

—¡Fuego! ¡Fuego!

Con rumbo a la salida de seguridad, todos avanzaban en dirección opuesta contra ellas. Preocupada, Fatima se dio la vuelta siguiendo sus pasos mientras Yadira se detuvo ahí.

«Me faltan dos pisos más para llegar a la oficina de Delfino. ¡Raquel está ahí!»

Pensándolo, Yadira corrió hacia adelante.

—¿A dónde vas? ¡Yadira! —gritó Fatima.

—Sal de aquí.

Terminadas las palabras, desapareció Yadira en la esquina.

Cuando llegó al piso destinatario, se dio cuenta de que estaban evacuadas ya todas las oficinas y pocas gentes se encontraban ahí. Aceleró Yadira cuando llegó a la esquina, pero de repente chocó contra una persona, que luego la sostuvo cuando se cayó.

Apenas levantó su cabeza, Yadira ya la reconoció por su habitual respiro y olor. ¡Era Delfino!

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