Al escuchar las palabras de Apolo, la expresión de Yadira cambió y no dijo nada.
Apolo se frotó la nariz. Sonrió mientras se dirigía a Delfino y se sentaba:
—Hace tanto tiempo que no os veis y ni siquiera os habéis enrollado.
Delfino le echó una ojeada a Apolo. Apolo se calló rápidamente y luego miró a Yadira con una sonrisa:
—Yadira, ¿has cenado ya? ¿Quieres que te pida algo?
—Ya he cenado.
Yadira sabía que Apolo no lo decía por despecho. Sólo le estaba tomando el pelo, así que no le dio importancia.
—¿Has venido después de cenar? Pensaba que cenarías aquí.
Apolo no sabía que Yadira había llegado tarde porque había quedado con Salia y Cristóbal.
Mientras hablaba, Noela volvió con Raquel. Raquel se sentó junto a Noela, frente a Delfino y Yadira.
Cuando Raquel se sentó, se quedó mirando a Delfino. Se miraron un rato. Delfino dijo:
—Ven aquí.
Raquel frunció los labios y caminó hacia Delfino.
En cuanto se acercó a Delfino, éste le tendió la mano para abrazarla. Y Raquel estiró sus manos conscientemente. Raquel se acurrucó obedientemente en los brazos de Delfino y no decía nada. Era el momento más armonioso sin precedemtes.
Hacía mucho tiempo que no se sentaban juntos así. Nadie hablaba de los problemas. Apolo trató de animar a todos hablando de algunos chismes de famosos, y de la historia de amor de algunos jóvenes ricos.
A las diez, Raquel empezó a bostezar. Raquel tenía sueño y miró a Yadira:
—Mamá, abrázame.
Yadira la tomó de Delfino y le preguntó suavemente:
—¿Tienes sueño?
Raquel asintió.
Delfino dijo:
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera