Las cejas de Abigail se fruncieron cuando escuchó el comentario insultante de Sergio.
«Él está libre para ir a la reunión con Jana y acompañarla a probarse un vestido de novia, pero cuando se trata de finalizar nuestro matrimonio, se molesta por tener que esperar otros veinte minutos. ¡Demonios! ¡Necesita organizar sus prioridades! ¡Fui yo quien decidió no humillarlo al terminar nuestro matrimonio de manera voluntaria, no al revés!».
Cuando pensó en eso, intentó calmarse respirando profundo. De repente, escuchó un golpe en la puerta del otro lado de la llamada.
—Sergio, no fuiste al Registro Civil, ¿verdad? —preguntó Abigail.
—¿En verdad crees que todo el mundo tiene el hábito de retractarse de sus palabras como tú? —Sergio se burló.
Cuando Abigail lo escuchó, se dio cuenta de que no estaba en el Registro Civil.
—De acuerdo. Toma una foto de la entrada principal del Registro Civil y mándamela...
Sergio colgó antes de que ella terminara de hablar. Ella arrojó el móvil a un lado mientras murmuraba en voz baja:
—¡Desgraciado!
Luna, que estaba ordenando la ropa, también se unió y maldijo a Sergio.
—¿Qué cosa tan desagradable hizo esta vez?
Abigail respondió con irritación:
—Admito que es mi culpa llegar tarde, y le pedí que esperara un poco. Resulta que él tampoco fue al Registro Civil. ¡Sin embargo, tiene la audacia de perder la paciencia!
«¡Ja! Él cree que tiene el derecho de hacer lo que quiera y yo no».
Luna recibió un mensaje en su móvil, y lo leyó antes de rodar los ojos con desprecio. Luego, le entregó el móvil a Abigail, pidiéndole que también lo leyera.
—Sergio está pagando mucho dinero para reservar una cita contigo pasado mañana. Bueno, para ser precisa, Sergio quería encontrarse con Alana.
«Bien, bien. Para alguien que no podía esperar otros veinte minutos por mí, este idiota seguro tiene mucho tiempo para concertar una cita con Alana».
Estos pensamientos hicieron que Abigail casi aplastara el móvil. Su mirada se volvió fría cuando dijo:
—Si tienes alguna idea para hacer que Sergio se arruine, no me importa participar.
«Se necesitan dos para poder jugar. Jana no hubiera podido interferir en nuestro matrimonio si Sergio no hubiera decidido traicionarme. Al final, fue él quien no pudo serme leal. Además, ¿por qué debería rebajarme discutiendo con alguien que no sabe quién soy?».
Abigail se limpió el rostro y cambió rápido de tema cuando vio que Luna estaba obsesionada con el asunto.
—La última vez mencionaste a un cliente importante, ¿cierto?
—Es Talento Alegre del Este. El jefe está en Pedregal hoy, y quiere verte para discutir algunos detalles, pero aún no ha confirmado —respondió Luna.
«Talento Alegre del Este; una agencia de entretenimiento que alberga a muchas actrices famosas. Sus celebridades participan de manera frecuente en varios eventos de moda, ceremonias de premios y fiestas. La demanda de alquiler de vestidos es mucho mayor en esos eventos. La reputación de nuestro estudio seguro que alcanzará niveles más altos si logramos colaborar con ellos».
Tan pronto como ese pensamiento pasó por la mente de Abigail, se emocionó al instante.
—¿Y qué estamos esperando? ¡Solo un idiota dejaría pasar la oportunidad de ganar más dinero! ¡Vamos! ¡Vamos ahora!
Luna volteó y tuvo una idea cuando sus ojos se fijaron en la cintura delgada de Abigail. A las dos de la tarde, Abigail y Luna llegaron frente al edificio de Talento Alegre del Este. Justo cuando Luna estaba a punto de estacionar el auto, un super auto azul deslumbrante, que estaba detrás de ellas, derrapó y se dirigió al espacio de estacionamiento que ella había visto. Esto hizo que Luna entrara en pánico y pisara el acelerador por instinto. Como un disparo, los dos autos chocaron, haciendo un fuerte sonido.

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