Mi Esposa Astuta romance Capítulo 483

—¡Le pediste que te dé 9 millones por la llamada telefónica! Entonces sabes dónde está Leila y quién la ha secuestrado?

Paola se sorprendió mucho por este monto exorbitante y casi se mordió la lengua.

—Por supuesto que no —dijo Ignacio.

—¿Entonces a qué te refieres cuando dijiste a las cuatro de la tarde? —preguntó Paola.

—Es la hora para que me deposite el dinero a mi cuenta —respondió Ignacio cuando se levantó la cabeza.

«Ni siquiera sabes dónde está Leila, ¿cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Acaso estás loco?, ¿desde cuándo has vuelto tan exagerado?»

—Cualquiera que conozca a Leila no puede encontrarla, ¿puedes ubicarla en tan corto tiempo?

A Paola le dolió mucho la cabeza.

—De hecho, la única persona con la que él puede contar soy yo.

El hombre la miró, se rio suavemente, levantó con sus manos grandes la flor que acababa de trasplantar, la volvió a poner en la maceta con la tierra nueva.

—Tú…

Paola de repente no supo qué decir y después de quedarse en silencio por un rato, expresó las dudas que tenía.

—Aitana te echó toda la culpa, ¿qué le habías dicho para que ella se volvió anormal ahora?

—Solo le hice el favor de recordarla de las cosas que había hecho —dijo Ignacio quitándole importancia de lo que había ocurrido.

«Pero lo que dijo es lo de menos, ¿por qué no me cuenta todo?»

Paola frunció el ceño por estar ansiosa.

—¿Tanto te gustan estas flores?

«¡Qué fastidiosa me das!»

Pero ella no podía decir eso, ya que sabía que cuanto más ansiosa estaba, él decía menos todavía.

«Él no sabe nada y se atrevió a cobrarle tanto dinero, qué pasaría si...»

—Quise decir, si fallas, eso te causará muchos problemas y nadie va a creer en tus explicaciones. Déjame decirte que Leila definitivamente no es estúpida, es muy siniestra. Tal vez se secuestró a sí misma, solo para hacer que todos me odian, ¡cómo puedes pedirle 9 millones por una llamada telefónica!

Paola estaba realmente preocupada.

—Paola, debes calmarte para tu propio bien, no sirve para nada de estar perturbada en este asunto —dijo Ignacio indiferente.

—Para seguir con vida, tengo que fingir ser una persona común y corriente, después de graduarme, elegí un trabajo lo más sencillo para no llamar atención de los demás, pero de toda manera, soy hija de patriarca de la familia Abasto, pero tú no perteneces a ninguna familia poderosa. Aunque la familia Alarcón no se puede comparar con la familia Abasto, igual no la podemos subestimar.

Paola no podría tranquilizarse.

—Ya te dije que debes calmarte y confiar en mí —dijo Ignacio con el mismo tono indiferente.

Sus últimas palabras desató una gran emoción al corazón de Paola y fue difícil calmarse por mucho tiempo.

—Ya es la hora de tomar el desayuno para que no se enfríe tanto.

Finalmente, terminó de arreglar las flores y plantas que tenía en la mano, limpió el piso de la terraza y se puso de pie, cuando se cruzó con ella, le tocó levemente su punta de nariz con el dorso de la mano.

—¿Por qué no me lo hubiera contado antes? Casi me rompió mi mano.

Paola parecía deprimida, lo miró fijamente y pateó el umbral.

—¿Él te pegó?

Al escuchar esto, Ignacio inmediatamente se dio la vuelta y caminó hacia ella para examinar su herida frunciendo el ceño.

—Enséñame dónde está tu herida.

Su voz estaba llena de ansia.

—Pascual es una persona de mal genio, pero no creo que es capaz de hacer daño a una mujer indefensa, ¿cómo puede...?

—¿De verdad crees que él nunca deja llevar por impulsos y pierda su juicio? Si no hubiera hecho todo lo posible para detenerlo, mi mano sufriría un daño permanente.

Paola levantó la mano para mostrársela.

—Ve a asearte, te daré un masaje con pomada, no uses fuerza últimamente.

Ignacio entrecerró levemente los ojos, mirando fijamente la herida de la mano de Paola, con el ceño fruncido, el rostro sombrío y aterrador.

—Ya te apliqué un tratamiento básico —habló después de mucho rato.

Paola exhaló un suspiro.

—Ahora te voy a dar un masaje.

Ignacio la tomó entre sus brazos, sus finos labios se posaron levemente sobre su tersa frente, y su voz fue infinitamente suave.

Estando en sus brazos y escuchando sus fuertes latidos, sus respiraciones se volvieron aceleradas.

En el Comedor.

Después de lavarse, los dos se sentaron a tomar el desayuno.

Ella pidió empanadas de mariscos para él y él hizo un sándwich de atún, junto con una ensalada de vegetales para ella.

Los dos disfrutaron de sus desayunos.

Capítulo 483: Confía en mi 1

Capítulo 483: Confía en mi 2

Capítulo 483: Confía en mi 3

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