Mi esposa con múltiples identidades romance Capítulo 128

De lo contrario, muchas mujeres se habrían enamorado de él.

Jennifer siempre había pensado que no se dejaría conmover por ningún hombre fácilmente.

Con los ojos cerrados, Iván tampoco estaba dormido. Estaba esperando a que Jennifer llegara a la cama. No se sentiría a gusto hasta que la oliera.

Se había acostumbrado a que ella se acostara a su lado.

A la mañana siguiente, Jennifer, que había permanecido despierta casi toda la noche, salió de la casa, conduciendo su coche sin siquiera desayunar.

Cuando Iván se despertó, ella ya se había ido.

Se sintió un poco decepcionado.

Después de bajar las escaleras.

"Sr. Marsh, he preparado un plato de fideos. ¿Quiere probarlos?" Dijo Marry con preocupación. "He seguido la receta de la señora Marsh y no he cambiado la proporción de los ingredientes. Tiene el mismo aspecto y el mismo sabor".

Iván la miró y se dirigió hacia el comedor.

Se sentó en la silla blanca mientras Marry le acercaba los fideos con alegría y le entregaba el tenedor. Luego se apartó y miró a Iván expectante.

Iván observó los fideos. Efectivamente, tenían el mismo aspecto que los cocinados por Jennifer.

Cogió unas cuantas hebras y se las llevó a la boca, masticó y tragó.

Marry estaba encantada.

Esto era genial. ¡El señor Marsh por fin se estaba comiendo su comida!

Pero al segundo siguiente, Iván frunció el ceño, dejó el tenedor y se apresuró a vomitar en la papelera.

Marry se sobresaltó. Trajo una toalla y un poco de agua para él inmediatamente.

Iván sintió náuseas, se sintió mal y no podía dejar de vomitar.

"Lo siento, señor Marsh", Marry estaba aterrada. No es que estuviera preocupada por ser regañada, sino que estaba preocupada por el estómago de Iván. "Lo siento, señor. ¿Está usted bien? ¿Debemos ir al hospital? Llamaré al Dr. Watson..."

"No es necesario". Iván le hizo un gesto con la mano mientras vomitaba. No la culpaba.

Marry estaba confundida. Había cocinado los fideos siguiendo la receta de Jennifer. ¿Cómo podía ser esto?

Tres minutos después...

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