Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1168

La inquietud en su corazón no se disipó con esa frase escrita.

La incertidumbre sobre el futuro se transformó en pesadillas interminables durante sus siestas posteriores.

La alegría de ver a Dorian por primera vez en la reunión de exalumnos, el impulso irresistible que los llevó a besarse cuando él la acompañó a casa, la sorpresa y alegría que sintió cuando él le propuso matrimonio, su cuerpo cada vez más débil durante el embarazo, el miedo de perder al bebé, las palabras de Cintia que, aunque parecían de preocupación, eran en realidad críticas constantes, y el accidente que tuvo al caer mientras lidiaba con su debilidad y ansiedad, alimentadas por el constante reproche de Cintia sobre no cuidar al bebé. El golpe inesperado cuando el médico le informó que el bebé ya no tenía latidos y sugirió un aborto y una limpieza quirúrgica, los días oscuros de culpa y arrepentimiento que siguieron, las visitas de Cintia con sopa de pollo y suplementos, junto con sus recordatorios de cuidar su salud y sus lamentos sobre su antojo, sugiriendo que podría haberle pedido a Laura que le trajera lo que quisiera en lugar de ir ella misma a la cocina...

Cuando su madre y su hermano la visitaron, también la culparon repetidamente por su descuido, pidiendo disculpas a Cintia y Eduardo en voz baja, alegando que había sido culpa de su propia imprudencia. La relación entre ella y Dorian parecía cercana, pero al mismo tiempo había una distancia insalvable. Su culpa y pena por haber perdido al bebé los mantenían distantes. Cada intento de comportarse como una pareja normal, de reír y jugar juntos, se desvanecía ante la fría mirada de él, convirtiéndose en un miedo a que él no la quisiera...

La represión, la autodesprecio, y la inseguridad marcaron esos dos años de su vida.

Anhelaba su amor, pero no sabía cómo lograr que él la amara, y esa ansiedad la había convertido en alguien que no reconocía.

Amar a alguien la había transformado en la persona que más detestaba.

Amelia vio cómo ella misma se despertaba en la cama del hotel, empapada en sudor frío, y luego miró confusa hacia la computadora aún encendida sobre la mesa.

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