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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1317

Amelia solo sonrió suavemente, sin responder nada más. En cambio, se volvió hacia Serena y le habló con dulzura:

—Serena, ¿quieres ir a lavarte las manos con tu tía?

—Sí.

La niña, aún ajena a las tensiones entre adultos, aceptó con entusiasmo y se deslizó del asiento con una sonrisa.

Marta también se levantó, tomó de la mano a la pequeña y juntas se dirigieron al baño.

Yael y Frida intercambiaron una mirada, ambos inquietos, y después volvieron a mirar a Amelia, incapaces de ocultar la preocupación.

Pero el semblante de Amelia no mostraba ninguna señal de tristeza ni de ninguna emoción negativa. Su expresión seguía tranquila, serena. Justo en ese momento, su celular vibró anunciando un mensaje nuevo. Ella lo tomó y desvió la atención a la pantalla.

Frida seguía observándola con atención, tratando de descifrar cualquier atisbo de dolor.

Al terminar de responder el mensaje, Amelia levantó la vista y notó que tanto Frida como Yael la miraban tensos, como esperando que explotara. Antes de que pudiera decir algo, Frida, incapaz de contenerse, preguntó con preocupación:

—¿Estás bien?

—Estoy bien —respondió Amelia con voz apacible, dejando el celular sobre la mesa—. Si Dorian ya tiene novia, no pasa nada. Entre él y yo ya todo terminó. Cada quien puede rehacer su vida y casarse si quiere, no tienen por qué ocultarme nada.

—¿Eh? —Frida se quedó sin palabras, sin saber cómo reaccionar, y le lanzó una mirada de auxilio a Yael.

Yael tampoco esperaba que Amelia tomara las cosas con tanta calma. Eso hacía que él y Frida, en su intento por preparar el terreno, parecieran ridículos. Muy en el fondo, Yael había esperado que Amelia reaccionara, que al menos mostrara molestia, para así tener una excusa y convencer a Dorian de que recapacitara.

Pero ver a Amelia tan tranquila le hizo sentir que hasta mencionar su nombre frente a Dorian era casi un pecado.

Pero fue ella quien decidió soltarlo, quien dio ese paso. Por eso, no podía permitirse sentir tristeza ni remordimiento.

Sabía bien que si llegaba a mostrar el más mínimo asomo de dolor, solo conseguiría que la juzgaran, que le lanzaran miradas de "te lo mereces".

La manera en la que había logrado mantenerse en pie era alejándose de todo lo relacionado con Dorian, bloqueando cualquier noticia suya. Sin embargo, para quienes lo rodeaban, hasta eso parecía un crimen.

Como si para ellos fuera su deber atestiguar cómo Dorian seguía adelante, cómo encontraba a alguien más, se casaba, tenía hijos y era feliz sin ella; como si tuviera que quedarse a ver cómo él era feliz sin su presencia, como un castigo autoimpuesto.

Por eso, cualquier señal de indiferencia de su parte era vista como una traición imperdonable, y sentía que todos a su alrededor estaban ansiosos por arrancarle la máscara, exponer sus heridas y obligarla a arrepentirse.

El reconocimiento de esa injusticia hizo que las lágrimas se agolparan en sus ojos. Sin pronunciar palabra, Amelia tomó el bolso que había dejado sobre la silla y se levantó para irse, sin mirar atrás.

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