Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1011

[En un plazo de medio mes, debes divorciarte de Alejandro, de lo contrario, ambos correrán peligro de muerte. El destino es ineludible, tú y él no están destinados a estar juntos.]

En una hoja de papel, solo estaban escritas esas dos frases.

Al mirar estas palabras, Ana sintió una opresión en el pecho.

Don Fernando suspiró con tristeza. —Tú y Alejito son muy buenos, ustedes dos han estado casados durante tanto tiempo que seguro el afecto es profundo, hacer que se divorcien de esta manera es demasiado injusto para ambos, pero... si doña Isabel dice que si ustedes dos continúan juntos correrán peligro de muerte, entonces tú...

—¡Ay! No me atrevo a hablar de esto con Marta, ayer hablé por teléfono con ella y estos días no se ha sentido muy bien, si se entera de esto, la más afectada sería ella, no sé si lo podrá aceptar.

¡Realmente el destino juega con las personas!

Estas personas que han vivido tanto tiempo, llegados a esta edad, deberían entenderlo todo, sus emociones no deberían tener tantas fluctuaciones, pero aún así, no puede evitar sentir pena.

No fue fácil para Ana y Alejandro estar juntos.

Los múltiples golpes hicieron que Ana tuviera problemas para aceptarlo.

Ella miraba las dos cartas en sus manos, queriendo demostrar que ambas eran falsificaciones de otros, pero no importa cómo lo viera, ambas cartas fueron escritas por doña Isabel en persona.

Desde pequeña, en su percepción, doña Isabel siempre había estado en lo correcto y nunca había cometido errores.

Si no fuera por Ana, doña Isabel no habría escrito esas cartas.

Doña Isabel le pidió que no se ocupara de esos asuntos y que se divorciara de Alejandro...

—Llévate estas dos cartas por ahora, cuando regreses, discútelo bien con Alejito, todavía tienen medio mes de tiempo, piensen también cómo van a decirle a Marta, deben asegurarse de no alterarla demasiado. Vete a descansar, no necesitas venir a trabajar estos días — Don Fernando realmente no tenía corazón para esto.

Ana asintió, ya sin palabras para decir.

Pocos minutos después de que Ana se marchara, Pablo abrió la puerta y entró, mirando fijamente a don Fernando y preguntó: —Abuelo, ¿qué le dijiste a Ana? ¿Por qué se ha puesto tan pálida y parece tener muchas preocupaciones? No será que te arrepientes de haberle dado estos días libres, ¿verdad?

A veces, los ancianos se vuelven un poco gruñones con la edad.