Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1057

Alejandro tomó el burrito y comenzó a comer de inmediato.

El burrito tenía varios rellenos y resultaba bastante sabroso.

De hecho, estaba algo hambriento.

Observando a Ana, que comía con la cabeza baja sin parar, sintió una especie de satisfacción.

Estar juntos hacía que incluso comer un sencillo aperitivo en la calle se sintiera como un momento de tranquila felicidad.

—Está bastante bueno —dijo él.

Ana levantó la cabeza y sonrió: —Cuando estaba en la preparatoria en la ciudad, a veces comía burritos fuera de la escuela, y saben casi igual a este.

—¿Estudiaste la preparatoria aquí? —Alejandro miró alrededor de la pequeña ciudad.

No había grandes edificios.

No mucha gente.

Pero las calles estaban limpias y ordenadas.

—Sí, justo aquí —Ana conocía muy bien esta ciudad, solo que después de entrar a la universidad, no tuvo muchas oportunidades de regresar.

De repente, Alejandro dijo: —Cuando regresemos del campo, llévame a ver tu escuela.

Ana asintió: —Cuando volvamos, podemos comprar boletos de tren nocturnos para regresar, y te llevaré a pasear por aquí.

—Mhm.

Luego, el viaje en el autobús duró unos minutos más.

Durante todo el camino, Alejandro no mostró desagrado por nada, lo que sorprendió un poco a Ana.

Parecía que en verdad sentía curiosidad por el campo y quería explorarlo y relajarse.

En realidad, ahora hay menos jóvenes en el campo.

Así que hay menos gente en general.

Más ancianos.

Cuando la vecina abuela Isabella vio a Ana, la miró entornando los ojos durante un buen rato y solo la reconoció cuando Ana la llamó.

—¡Ay, Anita, no te he visto en dos años, estás aún más hermosa! No te reconocí, ¿este es tu novio?

Ana, sonriendo, dijo que sí.

Alejandro, muy accesible, también saludó a la abuela Isabella.

Solo importaba que esa noche pudieran dormir ahí.

En el camino de regreso compraron algunos alimentos y la cocina ya tenía los utensilios necesarios.

También habían adquirido condimentos.

Hacer un par de platos sencillos era factible.

Después de un día agotador, ambos estaban algo cansados.

Ana preparó la comida y luego llevaron la mesa al patio para cenar allí.

El campo era especialmente tranquilo.

Los dos comieron sin hablar mucho.

Sin embargo, ambos tenían una sonrisa en la mirada.

Habían trabajado juntos limpiando en tal sincronía que parecían una pareja que hubiera vivido junta durante muchos años.

Al pensar en esto, Ana no pudo evitar reírse.

Alejandro la miró.