Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1060

Miró a Alejandro, quien seguía ocupado con su trabajo.

Luego bajó la vista para responder a Ignacio.

Ambos permanecieron en silencio por un largo rato.

Cuando la noche se volvía profunda y de vez en cuando se escuchaba el croar de algunas ranas, Alejandro finalmente dejó su teléfono.

—Pronto vendrá un coche a buscarme para regresar a ciudad A, tengo asuntos urgentes que atender.

Bajo la luz tenue de la luna, los ojos del hombre eran profundos e inescrutables.

Como si hubieran surgido tormentas en su interior.

Pero ahora, a primera vista, estaban calmados y sin olas.

Ana se mostró sorprendida: —¿Vas a regresar de noche?

Tocó la pantalla de su teléfono, eran casi las diez.

—Sí —La voz de Alejandro sonaba distante.

Todo su ser emanaba una aura de distanciamiento, como si no quisiera que extraños se acercaran.

Esta actitud contrastaba marcadamente con su comportamiento afable de los últimos días.

Parecía una persona diferente.

Una sensación de desconexión cruzó por la mente de Ana.

Se preguntaba, ¿qué estaba pasando?

¿Por qué parecía que Alejandro había cambiado después de regresar de la casa de la abuela Ruiz?

¿Sería por problemas de trabajo?

Tras unos minutos más de silencio.

No sabía en qué momento Alejandro había contactado a alguien, pero pronto se escuchó un coche fuera.

Luego alguien tocó la puerta.

Ana estaba a punto de abrir cuando Alejandro, con grandes pasos, se adelantó y abrió primero, diciendo a la persona en la puerta: —Espera unos minutos.

Luego entró a la casa, sacó su maleta y la empujó hacia afuera.

A pesar de que había pasado mucho tiempo sin volver, recordaba claramente dónde estaba guardado cada objeto en casa.

Ana y Elena hicieron una videollamada.

Elena, al ver la familiar casa del campo, suspiró: —Cuando me casé con tu padre, pensé que pasaría toda mi vida aquí, pero después de vivir la mitad de mi vida, también me marché de esta casa. Cuando llegue el Año Nuevo y ninguno de ustedes esté ocupado, volvamos a casa para celebrarlo. Será como si tu padre estuviera celebrando con nosotros.

—Está bien, decidido —Ana también pensó que sería bueno volver para el Año Nuevo.

En el campo podrían encender fuegos artificiales.

Luego, la familia podría comer, beber y jugar casualmente en el patio.

No había nada más gratificante que tener a la familia reunida y saludable.

Elena, mientras miraba, no pudo evitar sentir nostalgia nuevamente: —No sé por qué, pero últimamente me acuerdo mucho de cuando éramos jóvenes, de cuando me casé con tu padre. En aquel entonces no teníamos dinero, aunque éramos pobres, cada día era feliz, y luego cuando ustedes llegaron, poco a poco nuestra situación económica mejoró y pudimos añadir dos pisos a la casa.

—Pero luego, tu padre tuvo ese accidente.

Ana notó la tristeza de Elena al ver su familiar hogar.

Cambió de tema y le preguntó si había algo más que necesitara llevar.