Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1080

Ana asintió.

—Vamos a ver el dormitorio —dijo Alejandro con interés, deseando mostrarle a Ana la casa en la que pronto vivirían juntos.

Ana lo siguió al dormitorio.

Era un dormitorio grande.

Estaba conectado con un vestidor.

Dentro había ropa de hombre y mujer, todo ya preparado.

Luego, Alejandro abrió la puerta del baño.

Los artículos de uso diario, incluidos los productos de cuidado personal, también estaban completamente surtidos.

—¿No será que organizaste todo esto anoche, después de que acordamos que me mudaría? —preguntó Ana, volviéndose hacia él.

Alejandro admitió directamente: —Sí, somos esposos, no hay necesidad de dormir separados.

Durante el día, cada uno puede hacer lo suyo.

Pero por la noche, debemos compartir la misma cama.

Ana frunció el ceño, no pudo evitar reconocer que Alejandro actuaba rápidamente.

Mientras tanto...

Ignacio acababa de regresar de un día ocupado.

Vio a Haila esperándolo, frunció el ceño y dijo: —¿Por qué no comiste primero?

Haila miró la comida ya fría frente a ella y respondió: —No tengo apetito, desde ayer sabes lo que quiero hacer. Quiero llamar a Ana, y tú no me dejas.

Sabiendo la noticia del compromiso de Alejandro, ella sabía que esa era la oportunidad de Ignacio.

Ahora que Ana no era la esposa de nadie, ¡pronto podría ser su cuñada!

Pero Ignacio había prohibido estrictamente que llamara.

Eso la había dejado sin ganas de comer todo el día.

Ignacio, algo resignado, se sentó y miró a Haila, quien parecía un poco ingenua: —Hay cosas que no son tan simples como piensas.

—La relación entre esos dos no es sencilla, y con todo lo que está pasando en Ciudad A, ahora no es el momento para hablar de relaciones. Si haces algo inapropiado ahora, podrías alejar a Ana de nosotros —Ignacio veía las cosas con claridad.

—Se ha divorciado de Alejandro, y él se comprometió tan rápido con otra persona. Ella debe estar muy triste. ¿No puedo consolarla? —Haila preguntó, algo molesta.

—¿Qué sabes tú, niña? Ella no necesita consuelo ahora, necesita comprensión —dijo Ignacio con voz grave.

Haila, aunque a veces infantil, había vivido suficientes experiencias recientemente, y viendo la seriedad en la expresión de Ignacio, descartó la idea: —Está bien, lo entiendo, Ignacio. No te preocupes, no la molestaré.

Ignacio se sintió aliviado, miró la comida frente a él: —Calienta un poco, ya comí antes de volver, voy al estudio a trabajar. Si necesitas algo, búscame allí.

—De acuerdo —asintió Haila.

Mirando la opulenta cena frente a ella, sin ganas de comer.

¿Cuándo se animaría de nuevo la casa?

Comer sola, sin importar cuán rica fuera la comida, siempre parecía insípido.

Pero Ignacio realmente estaba siendo demasiado cauteloso.

Encendió su teléfono y volvió a revisar las noticias.

Todavía había muchas personas discutiendo sobre Alejandro y Valentina.