Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1088

—¿Llamar a la policía? ¿Qué utilidad tendría?

—Si llamo a la policía, en la ciudad A me convertiría en una broma; todos pensarían que me pasó algo vergonzoso. ¿Quién me respetaría entonces? ¡Tendría que irme de la ciudad A! Alejandro, eres demasiado cruel conmigo. ¡Yo soy la que ha sido maltratada y yo no sabía nada! Solo quería estar contigo, por eso fui a pedir ayuda al señor Narciso, ¡y él me lastimó tanto! ¡Yo soy la verdadera víctima!

Sofía decía esto con cada vez más resentimiento, con los ojos llenos de lágrimas mientras miraba a Alejandro.

En ese momento, para Sofía, todos los demás eran los agresores.

La única víctima era ella.

Ana escuchaba en silencio, sin saber qué decir.

Salvador, a su lado, tenía el rostro sombrío.

Solo Alejandro mantenía una expresión neutral y no decía nada.

Al ver que la expresión de Alejandro no cambiaba, Sofía de repente quedó con el rostro rígido.

Ya debería haberlo sabido, Alejandro era especialmente cruel y, cuando decía que no le importaba, realmente no le importaba. Ahora, aunque se quejara, él no le prestaría atención.

Luego miró a Ana, quien permanecía tranquila, como si fuera completamente indiferente, incluso después de haber sido rechazada por Alejandro.

Era...

Realmente soportaba todo con una falsa calma.

Después, Sofía volvió su mirada hacia Salvador.

—Salvador, la persona que más odio eres tú. Dices que me amas, que querías estar conmigo, que esperaste todos estos años por mí, pero cuando finalmente estuve contigo, ni siquiera te importaba, y encima me culpaste y me dejaste. ¡Ahora me desprecias!

—Salvador, tu corazón es más cruel que el de Alejandro. ¿Por qué te importa tanto? ¿Por qué, sabiendo que soy la víctima, aún me desprecias? ¡Nunca te he despreciado! Cuando estuve contigo, lo hice en serio. ¡Quería casarme contigo!

Sin querer, dio un paso hacia adentro.

Cuando Salvador escuchó el nombre de Lourdes, su expresión cambió.

Al ver el cambio en el rostro de Salvador, Sofía se puso aún más molesta: —¡Lo sabía! ¡La razón por la que ya no puedes ser paciente conmigo es porque ya no quieres estar conmigo! Estuviste conmigo solo para cumplir tu fantasía de todos estos años, y cuando acepté estar contigo, dejaste de preocuparte por mí. Entonces, mis problemas solo te sirvieron de excusa para terminar.

—Piensa lo que quieras —Salvador ya no tenía paciencia.

Había escuchado estas mismas palabras de Sofía una y otra vez hoy, al principio suplicándole, luego culpándolo, y ahora, después de revelar el conflicto, ya no tenía reparos en nada.

Sofía de repente se puso a llorar: —¡Salvador, no quiero romper contigo! ¡No puedo romper contigo! ¡No podemos terminar así! ¡Tienes que estar conmigo! Si no estás conmigo, saltaré desde aquí.

—Alejandro y Ana pueden atestiguar, si salto, ¡tú serás el verdadero culpable de mi muerte! ¡En esta vida, siempre serás condenado por tu conciencia!

Salvador miraba a Sofía, con los ojos casi a punto de estallar, completamente sorprendido.