Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1117

Tal vez también es por destino.

Pronto, Ana vio a Floro después de que él despertara.

Cuando Floro vio a Ana, su expresión se mostró sorprendida por un momento, luego preguntó: —¿Fuiste tú quien me salvó, verdad?

Ana admitió: —Fui yo.

Floro inmediatamente se levantó de la cama y se inclinó hacia Ana para agradecerle: —Gracias, si no fuera por ti, todavía estaría sufriendo sin poder salir de ello.

—Es bueno que hayas despertado. Ahora descansa bien, no te emociones demasiado —respondió Ana con voz suave.

Valentina se acercó con los ojos enrojecidos: —Floro, durante más de un año nos has tenido a mí y a nuestros padres muertos de miedo.

Floro se sintió culpable: —Mi padre me dijo hace un momento que el problema era con el colgante en forma de luna que compré en el extranjero. He estado pensando y me di cuenta de que, cuando vi el colgante en la subasta, parecía como si una voz me dijera: ¡cómpralo! Sin darme cuenta, realmente lo compré. Después de que la casa de subastas me lo entregó, al principio solo tuve algunas pesadillas, pero gradualmente no pude dormir hasta que perdí completamente la conciencia. He causado mucha preocupación a mis padres durante este tiempo.

Casimiro y Sandra, que estaban al lado escuchando, tenían los ojos enrojecidos.

Recordar esta experiencia del último año ahora parecía un sueño.

Afortunadamente, esa pesadilla había terminado.

—Es bueno que hayas despertado —suspiró Casimiro.

Floro de repente volvió su atención a Ana: —Señora Ana, ¿podemos hablar en privado?

—Sí —asintió Ana.

Era evidente que Floro tenía más que decir.

Pero estas cosas no eran apropiadas para que los demás las supieran.

Valentina y sus padres se miraron y decidieron respetar a Floro.

Floro, pálido y lleno de culpa y tristeza, le reveló a Ana un secreto que lo había atormentado: —Cuando estaba en el extranjero, atropellé a una chica, ella tenía una edad similar a la tuya. Mientras la llevaba al hospital, ella me dio este colgante y me pidió que lo cuidara bien. Me dijo que no tenía familiares y que este era el objeto más preciado para ella. Quería que llevara el colgante de vuelta a mi país y lo enterrara en algún lugar. Pero, una vez en casa, lo usé sin control y olvidé su pedido. Ahora me pregunto, ¿será que mis acciones egoístas causaron que su espíritu me atormentara? Ella fue quien cruzó en rojo, y sé que no fue mi culpa, pero durante más de un año, ella y muchas personas que no conozco han aparecido en mis sueños. Entonces, ¿mi sufrimiento se debe a mi vileza?

—¿Y sabía esa chica que el colgante era un objeto maligno? ¿Me lo dio como venganza?

Después de la muerte de la chica, Floro había visto a un psicólogo, pero seguía lidiando con la culpa.

Ana entendió entonces por qué Floro, quien siempre había sido un modelo a seguir para Valentina por su conducta y estudios, había sido fácilmente manipulado y controlado por el malévolo objeto.

—No es tu culpa —le aseguró Ana—. Tus padres y tú ya sabían, antes de que regresaras, que no tenías la culpa por la muerte de la chica, ¿verdad? Señor Floro, la vida debe continuar. Ya no importa si la chica sabía que el colgante era maléfico; yo ya me he encargado de él.

Floro se quedó sorprendido por un momento.

Después de unos minutos, se sintió aliviado.

—Gracias.