Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1208

Parece que muchas personas en la cena de ayer conocían a Ana.

Ella también se enteró por boca de otros que su nombre era Ana.

Esa intensa sensación de inquietud de ayer, ahora resurgió en su corazón.

Ella volteó la cabeza para mirar a Gonzalo.

Al ver que él estaba observando a Ana, un escalofrío recorrió su espina dorsal, y de inmediato se aferró a su brazo. —Gonzalo, ¿no te parece demasiado coincidencia, como si estuviera destinado? Ayer apenas la conocimos y hoy simplemente paseando volvimos a encontrarnos.

Ciudad A era una ciudad grande, no era un pueblo pequeño.

A veces ni siquiera en un mismo barrio era posible encontrarse, y ahora esto, era aún más sorprendente.

Ana asintió hacia ambos, primero cruzando miradas con Gonzalo, y luego, al escuchar a Verónica, su sonrisa se tensó un poco y respondió con un tono suave: —En efecto.

Gonzalo miraba fijamente a Ana, una voz interna no paraba de decirle que, cuando ella lo enfrentaba, no debía ser tan indiferente.

Este pensamiento repentino dejó a Gonzalo momentáneamente perplejo.

Ver a Gonzalo mirando fijamente a Ana incomodaba a Verónica, quien miró alrededor y dijo: —No me gusta mucho el estilo de este lugar, vamos a mirar otro sitio.

—Mm —respondió Gonzalo.

Justo cuando iban a irse, Lourdes salió del probador.

Ella justo vio a Gonzalo.

Estaba a punto de pedirle a Ana que mirara su vestido, cuando vio a Gonzalo.

Su expresión se endureció de golpe.

Esto...

¿Cómo es que se encontraron de nuevo?

Inmediatamente miró hacia Ana.

Su expresión cambió drásticamente, y de inmediato lo alertó: —Gonzalo, ¿qué sucede?

Esa pregunta hizo que Gonzalo volviera en sí y desviara la mirada.

Luego salió con Verónica.

Lourdes, que había presenciado la escena, se quedó paralizada unos segundos antes de decirle a Ana: —¿No te parece que la manera en que Gonzalo te mira es algo impura? ¿No será que quiere tener más amantes?

Si ella fuera una joven ingenua, podría ser diferente, pero como una mujer experimentada, Lourdes entendía muy bien las intenciones en la mirada de Gonzalo hacia Ana.

¡Él claramente deseaba tener relaciones sexuales con Ana!

Y sí, una belleza como Ana es rara de encontrar, y pocos hombres podrían resistir el deseo, especialmente después de que Ana confundiera a alguien la noche anterior. No sería imposible que Gonzalo quisiera aprovechar esa semejanza para algo más.

Ana sonrió: —Yo no soy ese tipo de persona.

Al escuchar a Ana, Lourdes se sintió aliviada.