Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1223

No se debe tener malas intenciones hacia los demás, pero sí estar alerta.

Beatriz abrió los ojos de par en par, como si recién se hubiera dado cuenta. —¿Cómo no pensé en eso? Realmente creí que ella era la prometida del señor Mauricio. Ahora que lo mencionas, entiendo: el señor Mauricio acaba de regresar a la ciudad A, y aunque ha estado fuera del círculo del entretenimiento por tres años, su regreso sigue siendo el más popular, sin comparación. Seguramente hay quienes le tienen envidia. ¡Definitivamente hay quienes querrían aprovechar la oportunidad para difamar al señor Mauricio!

¡Qué suerte!

Por suerte, Ana le había advertido.

Ana también asintió de acuerdo. —Es muy probable.

—Voy a bloquear este número de celular ahora mismo —Beatriz fue decisiva, tocando la pantalla de su celular con el dedo.

En ese momento, de repente alguien llamó el nombre de Ana.

—¿Ana?

Al escuchar, Ana levantó la vista.

—¿Eres tú de verdad? Hace un par de días alguien te vio en una cena benéfica y dijo que confundiste a Gonzalo con Alejandro. Pensé que alguien estaba bromeando conmigo, pero resulta que era cierto.

Rafael, al asegurarse de que la mujer era Ana, se acercó un par de pasos más.

Sus ojos estaban llenos de sorpresa.

Durante más de tres años, no había dejado de pensar en Ana. Pensaba que Alejandro había muerto y que Ana no tenía a nadie en quien apoyarse. Creía que conseguiría estar con ella fácilmente.

Pero resultó que, de repente, se fue con su abuela al País de la Arena Blanca.

¡Y ahora había regresado!

Al ver a Rafael, el rostro de Ana se volvió completamente frío.

Beatriz, al notar la frialdad en el rostro de Ana y luego observar cómo este hombre la miraba con una expresión repugnante, supo que no era una buena persona.

Cuando intentaban alejarse, Rafael se les adelantó para bloquearles el paso.

—¿Tan rápido se van? ¿No es eso un poco cruel? Ana, hace tres años te pregunté si querías estar conmigo. Ahora te doy otra oportunidad: ¿quieres estar conmigo?

—Vete —Ana perdió completamente la paciencia.

Frente a Rafael, un hombre tan despreciable, toda la cortesía de Ana se desvaneció.

—Señorita Ana, ¿necesita ayuda?

De repente, una voz familiar sonó delante de ellos.

Ana miró.

Era Gonzalo.