Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 127

—¿Cómo pudo haber ocurrido tal error? Pensé que el presidente García ya estaba con Carmenita —dijo Sergio, decepcionado.

—Ya basta, dejemos de hablar de eso —respondió Diego, molesto.

Carmen había dicho anteriormente a algunos amigos que se casaría con Alejandro, y alguien del grupo compartió una foto.

La foto fue tomada en la fiesta de compromiso de Caio, con Alejandro y Nuria presentes.

A la familia de ellos no la invitaron a la fiesta de compromiso de Caio, porque no se mezclan en los mismos círculos sociales que Caio y Alejandro.

Ella se sintió muy avergonzada.

—¿No es Ana demasiado cruel? Ya son las seis y todavía no ha vuelto —dijo Sergio, insatisfecho.

El ambiente en el dormitorio era sombrío.

Abajo.

Ana regresó a Casa González, y apenas había pasado un mes desde que se mudó.

Parecía como un sueño.

Los sirvientes tenían una buena relación con Ana, y al verla regresar, le dijeron en voz baja: —Señorita, el señor y la señora están arriba, todos somos una familia. Si admite su error, seguro que no la tratarán mal.

A diferencia de Carmen, los sirvientes de la familia González realmente apreciaban a Ana.

Ella nunca mostraba una actitud arrogante o despectiva hacia ellos, siempre los trataba con respeto.

Ana no dijo mucho más: —Subiré a ver.

Al subir las escaleras, encendió la grabadora de voz que llevaba en su bolso.

Justo cuando llegaba a la puerta del dormitorio de Laura, escuchó a Sergio decir: —Ella no nos considera familia. Si nos considerara familia, sabiendo que mamá está enferma, no estaría tan tranquila y ni siquiera vendría a visitarla.

Laura se sintió alarmada por dentro. Miró a Ana, atónita, entendiendo que la “madre” de la que hablaba no era ella.

¿Por qué Ana mostraba tanta hostilidad hacia su familia?

—Cariño, no hables así, lastimas mucho a papá y mamá —dijo Carmen suavemente.

Sergio comparó a Carmen y Ana en el acto, y encontró aún menos agradable a Ana. —Llamas a otra persona mamá, pero no olvides quién es tu verdadera madre.

—Sergio, la gente usa su cerebro para discernir lo correcto de lo incorrecto. ¿Tu cerebro solo contiene estándares dobles? ¿Tu querida hermanita llama tan cariñosamente a otra mujer mamá, y se ha olvidado de quién es su verdadera madre? —Ana contraatacó.

Sergio quedó sin palabras.

Carmen estaba furiosa. —No es lo mismo en absoluto, ¿cómo puedes comparar a tu madre adoptiva con nuestra madre?

—Oh, por supuesto que no hay comparación. Solo en cuanto a la desfachatez, mi madre, que es tan gentil y comprensiva, no se atrevería a compararse con ustedes —Ana replicó con una sonrisa fría.