Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 130

—¿Cómo es que me llamas por voz?

Ana expresó su sorpresa.

Al oír la voz de Ana desde el teléfono, Alejandro se dio cuenta de que había realizado una llamada de voz por accidente.

—Fue sin querer, toqué la pantalla por error, lo siento.

—Estoy en Casa González, lidiando con algunas cosas.

Ana pensó que no podía ser un accidente. Justo ayer habían comenzado a hablar sobre su divorcio y ahora él la llamaba por voz; tal vez quisiera que ella volviera a La Villa Estrella del Mar para continuar esa conversación.

Hubo un silencio de unos segundos del otro lado, —¿Necesitas que vaya?

No sería un problema dejar que la familia González supiera que él y Ana estaban casados.

Ana se sobresaltó.

¿Dijo que vendría?

No, no, era solo por cortesía.

—Gracias, no hace falta, puedo manejarlo sola.

Después de unos segundos de silencio al otro lado del teléfono, un tenue "mmh" fue lo último antes de que colgara.

—Esa voz... parece... —Carmen estaba con el oído pegado al teléfono, quería saber quién estaba del otro lado.

La primera vez que la voz sonó a través del teléfono, tenía un timbre frío y... y... era similar al de Alejandro.

No, imposible, Ana no conocía a Alejandro, ¿cómo podría ser él?

Las voces solo eran similares.

Diego fijó su mirada en Ana y preguntó: —¿Quién era?

—Anita, ¿quién te está manteniendo? Díselo a mamá, mamá te apoyará. Las hijas de la familia González no pueden ser amantes de nadie, deben ser esposas a la luz del día. —Laura preguntó ansiosa.

Gustavo parecía preocupado. Si no era Eduardo, ¿entonces quién podría ser?

No había considerado qué hacer si no fuera Eduardo.

Había esperado sacar algún beneficio de Eduardo.

—Se dice que cada quien se junta con su igual, y no es mentira. Las personas con pensamientos sucios creen que los demás son como ellos. En lugar de interrogarme, harían mejor en preocuparse por educar a su hija Carmen, que es muy hábil siendo la amante de otros, envuelta siempre en un aura de falsedad. Supongo que eso lo aprendió del ambiente en el que creció con ustedes. —dijo Ana con firmeza, blindándose a sí misma con su respuesta.

Carmen se sonrojó, visiblemente afectada. —Ya dije que lo de antes fue un malentendido, ¿por qué no puedes creerme? ¿Hasta cuándo vas a seguir acusándome injustamente?

—Sobrepasas los límites, la verdad está frente a tus ojos y aún te niegas a enfrentar la realidad. —Sergio saltó en defensa de Carmen inmediatamente.