Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1397

Posteriormente, nadie supo por qué motivo, Edgardo e Isabel tuvieron una fuerte discusión, tras lo cual Edgardo abandonó la ciudad A. Se marchó definitivamente y nunca más volvió a aparecer ante ellos.

Al principio, todos especularon sobre la razón del conflicto entre Edgardo e Isabel, pero con el tiempo, Edgardo terminó siendo olvidado.

Incluso años después, cuando se enteraron de que el hermano de Isabel era quien manipulaba seres malignos tras bambalinas, nadie pensó en Edgardo. Si no hubiera sido por el encuentro de hoy, ella ni siquiera lo habría recordado.

—Cuando te fuiste de la ciudad A, todos éramos amigos. ¿Por qué nos has querido hacer daño todos estos años? ¿Sabes cuánta gente ha sufrido accidentes por los seres malignos que enviaste intencionadamente? Incluso varios han muerto —La señora Marta no pudo contener su furia y lo confrontó directamente.

Ahora que lo recordaba, en aquel entonces se llevaban bien con Edgardo y no había problemas entre ellos.

Además, la carrera de Edgardo ya era bastante exitosa en ese momento. ¿Qué odio podía albergar en su corazón?

¿Había pasado décadas maquinando venganza contra ellos?

¿Y aún seguía causando problemas dentro de la ciudad A?

Edgardo mantuvo una sonrisa impasible. Aunque la señora Marta lo reprendía con furia, él no mostró ninguna otra emoción.

—¿Amigos? ¿Realmente me consideraban un amigo? A esta edad, ya no hay necesidad de ocultar ciertas cosas. Ustedes sabían que me gustaba Isabel y pensaban que no era digno de ella. Les pregunté con tacto si me bendecirían si fuera su hermano. ¿Qué me respondieron? Dijeron que Isabel nunca me querría, que si yo fuera su hermano, jamás me aceptaría en su vida —dijo Edgardo con los ojos encendidos de rencor.

A pesar de los años transcurridos, parecía como si aquellos eventos y cada detalle de aquel entonces estuvieran frescos en su memoria.

Su rencor no había disminuido en lo más mínimo.

La señora Marta se quedó perpleja ante las palabras de Edgardo. —¿Nos preguntaste eso alguna vez?

No tenía el menor recuerdo de ello.

El Edgardo que tenían ante ellos, con una expresión feroz y mirada desquiciada, parecía alguien con una enfermedad mental.

Era aterrador.

La señora Marta inhaló hondo y suspiró. —¡Todo eso son solo tus propias ilusiones! Nunca pensamos de esa manera, y tú sabes muy bien la relación de hermanos que tienes con Isabel. Incluso si en su momento dijimos que tú e Isabel no podían estar juntos, fue porque Isabel no tenía esos sentimientos hacia ti. Ella solo te veía como a un hermano.

—¡De ninguna manera! —exclamó Edgardo con furia.

La señora Marta frunció el ceño. —¿Así que por esto has dañado a tantas personas? ¿No te parece demasiado egoísta? ¿Acaso solo recuerdas lo que consideras malo y olvidas todo lo bueno que hicimos por ti?

—¿Bueno para mí? Su ridícula compasión en realidad me tratan como a un mendigo, como si buscaran sentirse superiores a mí. ¿Creen que debería estar agradecido con ustedes? Si realmente me hubieran querido bien, ¿por qué no hicieron nada para que Isabel y yo estuviéramos juntos? ¡Un grupo de hipócritas! —vociferó Edgardo.