Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1469

En estos cortos meses, se había podido observar claramente cómo Elena se había transformado de manera positiva al estar enamorada.

Indudablemente, las mujeres siempre necesitan ser nutridas por el amor en cualquier etapa de la vida.

Los hijos podían ofrecerle a Elena el cariño familiar, pero ella también necesitaba del amor, del afecto que proviene de su otra mitad.

Al ver por fin los resultados, ellos también se sienten contentos.

Mientras se aproximaba al complejo residencial de Elena, Ana se detuvo por un momento en un semáforo en la intersección.

Era la hora pico de salida del trabajo y el tráfico era intenso.

Esperó con paciencia.

Fue entonces cuando un hombre de mediana edad y una joven que caminaban por la calle captaron de repente su atención.

El hombre de mediana edad parecía bien cuidado, quizás también hacía ejercicio regularmente, y se veía bastante joven. La joven que lo acompañaba tenía su brazo y sonreía radiante.

A simple vista, sus rasgos eran muy parecidos, claramente eran padre e hija.

Por lo general, si fueran simples transeúntes desconocidos, Ana quizás solo les habría dado una mirada fugaz.

Pero ahora, ¡este hombre de mediana edad era idéntico al hombre en las fotos que Elena siempre había atesorado!

Solo que los años habían pasado factura a su en otrora juvenil cara.

No había diferencias notables, aparte de eso.

Parecía que padre e hija acababan de salir de un restaurante y luego subieron entusiastas a un auto, desapareciendo de la vista.

Ana se sintió al momento aturdida.

Pensó que había visto mal.

Pronto, Francisco se acercó.

Los hermanos se miraron asombrados el uno al otro.

Judith esperaba en silencio a un lado.

—He visto a papá, hermano. —Comenzó Ana.

Francisco se sorprendió un poco al principio, pero luego contestó con tranquilidad: —Yo también lo he visto.

Ana se sorprendió: —¿Lo has visto?

—Hace unos meses supe que todavía estaba vivo y que ahora tiene una nueva familia. No te lo había dicho porque, después de tantos años, pero él ya no quiere saber nada de nosotros ni de mamá. Ahora que mamá ha comenzado una nueva relación, no hay razón alguna para dejar que él perturbe nuestra vida y la de mamá. —Dijo Francisco, bajando con timidez la voz y hablando con calma.

Pensaban que, siendo ciudad A tan grande y moviéndose en círculos sociales tan diferentes, tal vez nunca se encontrarían con él en esta vida, pero hoy Ana también se había encontrado con él.